domingo, 1 de septiembre de 2019

No es relato, es cuento.

Relato y cuento comparten significado en gran parte pero, no obstante, últimamente se usa y abusa por parte de los políticos del primer término cuando, generalmente, debía usarse el segundo debido al matiz -importante- de que si no hay pretensión de respetar nunca la verdad o, al menos, la verosimilitud, más que de relato lo suyo sería hablar de cuento; a veces chino, a veces de viejas y a veces infantil; pero ya digo, generalmente pura ficción, lo que lo distingue del relato, que suele considerarse un término algo más serio y pretencioso y cuyo significado parece más encaminado a ajustarse a la realidad (quizá sea ese el verdadero motivo de la preferencia de los políticos por el término relato, pretendiendo cierta respetabilidad, o quizá sea puro seguidismo de la terminología anglosajona, como es frecuente).
Pedro Sánchez y otras figuras parlantes del PSOE, por ejemplo, parece que hayan asistido a algún taller de escritura, concretamente en la especialidad de cuentos chinos (que seguro que a los chinos no les hace ninguna gracia la denominación, pero a nosotros nos sirve para entendernos); no es que dominen especialmente la técnica: les suelen quedar generalmente unos cuentos embarullados y de los que se pilla el truco -o falso meollo- casi de inmediato, y con propensión a mezclarlo con una de las variantes menos vendibles de cuento: el cuento de nunca acabar, que es en el vivimos políticamente desde hace unos meses (si no años), como en un eterno día de la marmota.
En una entevista de el diario El País a Pedro Sánchez -parece que ya olvidado algún que otro encontronazo del pasado reciente- Pedro Sánchez le dá otra mano a su cuento preferido -ya digo, híbrido entre la especialidad china y la de nunca acabar- y que podríamos titular Podemos tiene la culpa, que, a ojos de alguien que no supera que Unidas Podemos es el nombre de un partido político quedaría como un título bastante inquietante y misterioso (además de una frase mal contruída); porque, aunque el cuento es verdaderamente inquietante -por las consecuencias que puede tener directamente en la ciudadanía- la verdad es que poco hay de de misterioso en él: el cúmulo de medias verdades, falsedades, tergiversaciones, ligado con una verborrea vacua a modo de aglutinante, todo ello resulta transparente en su intento de demostrar el título del cuento.
Como es imposible pormenorizar y comentar todas y cada una de las afirmaciones del presidente del gobierno en funciones en la mencionada entrevista -que convertirían éstas líneas en un soporífero ladrillo del tamaño de lo comentado- voy a incluir sólo una muestra: los españoles el pasado 28 de abril y el 26 de mayo ya dijeron que quieren que gobierne el Partido Socialista. A partir de ahí, estoy convencido de que los ciudadanos españoles, si eventualmente hay elecciones, optarán siempre por un Gobierno progresista, porque solamente el Partido Socialista puede dar respuesta —y, además, lo hemos visto durante estos últimos 40 años— a los desafíos, a las modernizaciones que necesita nuestro país; ¿qué, que se pueden acumular más mentiras e invenciones en una sóla frase?; difícil está, sí. 1)Porque los españoles no dijeron lo que el señor Sánchez dice que dijeron, 2) nadie sabe -y él tampoco, supongo, salvo que todo esto de la democracia sea un engaño más descarado de lo que ya sospechamos que es- por lo que optarán los españoles en unas nuevas elecciones y 3) si es por las políticas realizadas por el PSOE en los últimos cuarenta años, en fin, sería cuestionable si las modernizaciones que el país necesita han de estar en manos de un partido que ha desmostrado hasta la saciedad responder en la práctica a los mismo principios neoliberales que el PP; no hay más que dar un repaso a los incumplimientos del PSOE en el último año; por no hablar de los 40 años anteriores. Y no creo que sea yo quien ha destripado el cuento.

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