Creo que es cierto, como menciona Monedero en la entrada de su blog la derecha española: del domund a la xenofobia que, a diferencia de la derecha de antes, caritativa -la derecha siempre prefirió la caridad a la justicia, pese a ser esta última también una virtud cardinal para la iglesia católica, a los ricos siempre les pareció más cara que la caridad, que es graciable y no tasada- a la derecha actual, más que nunca cristiana de nombre y católica de conveniencia, pero con el becerro de oro en la cúpula de su escala de valores, ya hasta la caridad le parece una costumbre obsoleta y ha pasado a ser, para ella, una práctica anecdótica y/o calculada en función del posible retorno de la inversión como mera propanganda, en un intento de mejorar su imagen, que parece que eso sí lo tienen muy presente los ricos en éste mundo mediático: hay que mantener el mismo guiñol de siempre, ese guiñol que consiste en vestir al lobo de cordero para que las víctimas no se asusten tanto, pero hoy en digital. Y tal.
Así, esas fundaciones que blanquean dinero, o esas donaciones de oportunidad cuando menos cuestionable y que yo personalmente -será que soy muy desconfiado- casi siempre veo como producto de intereses ocultos por parte del donante. Y ello -mi desconfianza- derivado del hecho de que no creo que muchos de los pocos riquísmos que acumulan toda la riqueza existente en el planeta -según Oxfam, un 1% de la población acumula más que el 99% restante- tengan presente que jamás podrán llegar a gastar y disfrutar toda su riqueza; seguramente el instinto que les ha llevado a tan inhumana e irracional acumulación, les incapacite para otras cualidades y para el disfrute de otras recompensas personales realmente humanas.
Y, a esos efectos, es irrelevante que crean -o creamos- en la existencia o no del infierno en la otra vida, lo realmente importante sería dedicarnos a disminuir el número de los que lo padecen en ésta.
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