Dice la ministra de Defensa, después de la broma telefónica de dos humoristas rusos -con uno de ellos, Alexéi Stoliarov, haciéndose pasar por ministro de Defensa de Letonia- que fué una conversación muy rara. Es cierto que peor es meneallo y habrá considerado que con eso justifica una ineptitud -la suya- más que evidente, pero raro es un calificativo bastante corto para el incidente y no deberíamos conformarnos con él, porque:
Más que raro es que el ministro de Defensa de Letonia hable en ruso;
Más que raro es que el ministro de Defensa de Letonia estuviera al tanto de supuestas actividades de espionaje de Rusia hasta precisar que el 50% -ni un punto menos, a pesar de la incredulidad de la ministra- de visitantes rusos en Barcelona pertenecen a los servicios secretos rusos;
Más que raro es creerse que el ministro de Defensa de Letonia supiera que Carles Puigdemont -alias Cipollino- hubiera trabajado como informador ruso y que tuviera actualmente el propósito de intentar refugiarse en la embajada rusa, aunque para la señora ministra tiene todo el sentido (es que fué oír Puigdemont y se cegó);
Más que raro es intentar concertar una entrevista al más alto nivel en Gotemburgo (aprovechando la cumbre social de la UE sobre empleo y crecimiento) con ministros del gobierno de Letonia -diciendo haberlo acordado con su primer ministro, Rajoy- para tratar de un posible apoyo de Letonia -y posiblemente de su Ejército- en el tratamiento del asunto catalán (quizá atravesando todos los países de la Unión Europea que hay entre Letonia y España como en un desfile antisecesionista); ¿para crecer y crear empleo?
Raro, raro, raro que decía papuchi Iglesias, sustituyendo la ausencia del pecado de concupiscencia por lo que proceda: Cataluña, por ejemplo.
Y, como colofón, se podría mencionar la rareza mayor, la que hace comprensible el resto de todas las mencionadas y de bastentes otras omitidas: que María Dolores Cospedal sea la ministra de Defensa de España -quiza de chismosa oficial estuviera más propia, con ese particular tonillo al pronunciar la palabra vecino- dirigiendo un Ministerio de Defensa con un control de la seguridad en las comunicaciones internacionales propio de la TIA; sí, la de Mortadelo y Filemón.
Gracias, Alexéi, al menos todavía nos podemos reír, aunque sea de nuestras desgracias.