sábado, 14 de octubre de 2017

La fractura (II)

Un diálogo (en Madrid) de un amigo con un vecino suyo en el rellano de entrada de la finca donde reside:
-¿Sabes si juega la selección (de fútbol)?...es que veo muchas banderas...
-(muy serio)Es por la unidad de España.
-¿...y porqué no las sacaron durante el saqueo del Estado por los chicos de Rajoy?
-...eres un gilipollas.
-Y tú un abducido de esa secta que, además, no ha pillado nada.
Evidentamente, mi amigo sabía  la razón del porqué de tanta bandera, solo buscaba contrastarla: aunque las dos preguntas tenían una intención no muy pura, la segunda contestación es propia de quien se considera en posesión de la verdad y que igualmente considera que quien no piense igual no tiene derecho al mínimo respeto debido a cualquier semejante, aunque no fuera vecino. En todo caso, la contrastación, la conversación y la coda  fueron bastante rápidas: hay veces que no es necesario prolongarse.
Según Ambrose Bierce en su Diccionario del Diablo, se define patriotismo como basura combustible dispuesta a arder para iluminar el nombre de cualquier ambicioso y patriota como aquél que considera superiores los intereses de una parte a los intereses del todo y también como juguete de políticos e instrumento de conquistadores: parece que el vecino de mi amigo corresponde a la segunda definición; perteneciente a una especie curiosamente muy abundante en éste país aunque no lo supiéramos: parece que estaban todos hibernando y les ha llegado su verano ideológico; será cosa del cambio climático. En éste sentido agradezco que desde el PP nos señalen los peligros de los nacionalismos -los otros nacionalismos, los malos, naturalmente- como precusores y síntoma de una posible amenaza fascista.
Y es que la fractura -como el dinosaurio de Monterroso, pero al revés-  ya estaba ahí, extendida por toda España, no sólo en Cataluña, sólo que ahora la vemos señalizada con banderas en las fachadas de los edificios. Y aunque sobre himnos y banderas, tan utilitarios para todo tipo de patriotismo, ya dí hace un tiempo mi opinión en El País (¡que tiempos!, no creo que hoy fuera posible la publicación de esa carta) y en algunas entradas de éste blog; sólo destacar el hecho que, en éste caso, para más inri,  unas y otras (las banderas) son un repetición -o una síntesis- una de otra; por si alguien no se había dado cuenta. 

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