martes, 20 de diciembre de 2016

Sólo pobreza

En la habitual perversión del lenguaje que padecemos, una de las más frecuentes manifestaciones es la de apellidar los fenómenos sociales que nos ha tocado vivir en ésta época regresiva; así, por ejemplo, lo de la pobreza energética. Que digo yo si no basta referirse a ella únicamente por el nombre -totalmente inequívoco y explícito-  o si con el apellido lo que se pretende es diluir o rebajar lo crudo de la constatación de la pobreza en sí, de la cantidad de pobres -que llegan a casi un tercio de la población- que habitan éste país actualmente (muchos de ellos incluso trabajando en las penosas condiciones que han propiciado las recientes reformas laborales). Porque, ¿es que hay alguien que conozca casos de pobres energéticos que no sean pobres en el resto de los aspectos de su vida que dependen de sus recursos materiales?; si se produce la pobreza energética es porque la persona que se ve obligada a no encender la calefacción pasando frío o que vé como le cortan el suministro de energía por falta de pago es porque, en general, no cuenta con los necesarios recursos para afrontar los gastos que conlleva mantener una vida en condiciones dignas, y obligado a elegir entre morir de hambre o morir de frío, prefiere lo segundo, que suele ser más lento.
Seguro que todos los que se ven en tan dramática tesitura y obligados a tan cruel elección, piensan lo mismo -pero por motivos muy distintos, evidentemente- que lo que dicen que ha expresado la hermana menor del actual Jefe del Estado: qué ganas tengo de que acabe esto para no volver a pisar este país. Lo malo es que para todas esas personas no hay visos de que ésto -las condiciones sociales que atañen a los pobres- acabe y seguramente carecen de las posibilidades necesarias para poder exiliarse en Suiza. Y que nadie se extrañe si en la frase anterior añaden calificativos poco amables para éste país.
¿Feliz Navidad?

No hay comentarios :

Publicar un comentario