martes, 2 de septiembre de 2014

El hombre de la capa

Ya comprendo que la pobreza de la iglesia católica es tema antiguo y que en su tiempo exigirla llegó a ser motivo de herejía que podía llevarte a la hoguera; aún así, San Francisco la reclamaba para los miembros de su orden: todos los hermanos vistan ropas viles y puedan, con la bendición de Dios, remendarlas de sayal y de otros retales; porque dice el Señor en el Evangelio: "Los que visten con lujo y viven entre placeres, en las casas de los reyes están". Evidentemente, la jerarquía de la iglesia católica, de siempre, ha sabido sortear, acomodar e interpretar las Escrituras de modo menos radical, sobre todo en lo tocante a sí misma. Tal como lo entiende el cardenal Cañizares al portar una capa -de sobrenombre "magna", por si no fuera evidente- de más de cinco metros de longitud y que exige en concurso añadido de un porteador para su traslado.
Seguramente haya un término medio -el "justo medio" de Santo Tomás de Aquino- entre la pobreza franciscana y la irrespetuosa ostentación para con los pobres de éste país, que actualmente son muchos y cuyo número crece a diario. Y no se trata, evidentemente,  de dejar la capa en sólo dos metros y medio.

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