De entre el conjunto de mantras cerriles y simplistas que el actual gobierno se empeña en hacer llegar a la ciudadanía como resumen y justificación de lo que se supone que es la gestión y manejo de la actual circunstancia económica, hay una que destaca y es aquella que afirma que las medidas tomadas por el ejecutivo son las únicas posibles y que cualquier otra alternativa nos llevaría al caos y al diluvio universal. Dejando aparte el hecho de que el sentido común -ese del cual el señor Mariano Rajoy asegura poseer cantidades ingentes- indica que gobernar es elegir entre alternativas, es que, si tomáramos por bueno el razonamiento del gobierno y del PP, de él se deduce inmediatamente que sobra toda una casta de intermediarios como gestores de decisiones políticas: ¿para qué mantener a tal cantidad de políticos si no existen alternativas y sólo hay una solución?. Que vengan los mercados y tomen posesión de lo que ya es suyo de hecho y nos digan lo que hemos de hacer, al menos el país se ahorraría unos ciento de miles de sueldos de voceros que cobran como gestores. Por otra parte el dilema planteado es falso: no son ellos o el diluvio; son ellos y el diluvio, como comprobamos a diario.
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