Creo que está muy atinado Javier Cercas en su artículo en El País -El fracaso de la izquierda en Cataluña- en el cual, para empezar, se afirma sin rodeos que todos los nacionalismos son de derechas. Y se analizan con brillantez los porqués históricos de que esta afirmación no sea una obviedad en España, así como lo duro que será el cambio de discurso y planteamiento de los socialistas catalanes si pretenden tener su propio espacio político. Si tenemos en cuenta esta sencilla premisa sobre el nacionalismo y hacemos la correspondiente traslación a la política estatal, sería fácil deducir la causa principal por la cual en este país es y será por mucho tiempo imposible llevar a cabo políticas realmente progresistas: mientras el sistema político instituya a los partidos nacionalistas -fundamentalmente CiU y PNV- como árbitros en función de su decisivo peso a la hora de establecer mayorías, tendrá poca importancia con quien las formen, PSOE o PP, el resultado final será una política de carácter derechista. Y es algo que podría explicar por qué políticamente estamos instalados en una partitocracia bifronte perpetua con las nefastas consecuencias de todos conocidas, cubriendo un abanico que va del clientelismo político a la corrupción más escandalosa, porque esa perpetuación es efecto directo de la interesada colaboración -alternativa o coincidente- de los partidos nacionalistas, claramente sobrerepresentados gracias a la vigente Ley Electoral.
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