Coincido con Elvira Lindo en el fondo de su artículo de hoy en El País -Humo- en atribuir a la ciudadanía de éste país un carácter maximalista. Aquí, los pro y los anti han procurado tradicionalmente dejar poco espacio a los que no tienen opinión que, en numerosas ocasiones, resultan ser la inmensa mayoría. Hasta Machado reconocía la labor -helarnos el corazón- que una de las dos Españas tenía encomendada históricamente, bien con los de la contraria bien, lo más frecuente, con los habitantes de la tercera España, que ni se mencionaba. Por eso, me producen indignación o tristeza -dependiendo de mi personal aprecio a cada quien- las observaciones y manifestaciones pro-tabaco de León de la Riva, Fernando Savater o Javier Marías, que ahora recuerde. Y desmesuradas son, efectivamente, las del alcalde de Valladolid -seguramente debidas a su autodiagnosticada incontinencia verbal- "primero empezaron con los judíos, aquí denunciamos a los fumadores", equiparando la ley antitabaco con la legislación de los regímenes racistas y fascistas, lo que le da pie a Elvira Lindo para comentar "Brecht revisitado". Buena ocasión para recordar que los famosos versos -más bien parte de un sermón- que comienzan "En Alemania, primero vinieron a por los comunistas, pero yo no dije nada, porque no era comunista..." nadie sabe por qué atribuidos a Bertolt Brech, en realidad son de Martin Niemöller, pastor evangélico alemán opuesto al nazismo. Por cierto, según Niemöller, primero fueron los comunistas, luego los sindicalistas y por último los judíos.
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