Dominic Brisby es presidente de Altadis, la principal tabaquera española y filial de Imperial Tobacco. Desde esa posición resulta natural que no le entusiasme la próxima ley del tabaco en España, de la cual opina que es tan extrema que "sólo hay uno o dos países que tengan leyes más radicales como Bután, que es una país del Tercer Mundo donde la gente viaja en burro". Ya lo voy entendiendo: gracias a que España pertenece al primer mundo nos podemos permitir unas 50.000 muertes anuales atribuidas directamente al hábito de fumar. No sólo eso, por el mismo motivo -pertenecer a los países desarrollados y motorizados a toda velocidad, donde el burro se ha extinguido prácticamente- los accidentes de tráfico han producido en España en el anterior siglo unas 250.000 muertes y 14 millones de heridos. En Bután, por el contrario, y seguramente debido a su pertenenecia a ese otro mundo que es el tercero, el Producto Interno Bruto (PIB) que se maneja en todos los países de manera internacional, es reemplazado por la Felicidad Nacional Bruta (FNB) y en el Mapamundi de la Felicidad, una investigación dirigida por el profesor Adrian White en la Universidad de Leicester (Reino Unido) -hay ingleses para todo- en 2006, Bután resultó ser el octavo más feliz de los 178 países estudiados (por detrás de Dinamarca, Suiza, Austria, Islandia, Bahamas, Finlandia y Suecia), siendo el único entre los 10 primeros con un PIB per cápita muy bajo (5.312 dólares en 2008, seis veces menor que el español). España ocupaba el puesto 46 en esa lista. Seguramente la felicidad no es una priodidad para Brisby, ocupado en recordar que Hitler era abstemio y que nadie podia fumar en su presencia -equiparando no muy sutilmente la normativa antitabaco con la de regímenes dictatoriales- pero callando -o ignorando- que fué un gran fumador en su juventud: solía fumar entre 25 y 40 cigarrillos por día, dejando el hábito al concluir que era un derroche de dinero, además de perjudicial para la salud; puede que estuviera loco, pero no era imbécil. En otra de las perlas del señor Brisby, afirma que "los extremistas antifumadores han tenido bastante éxito haciendo que se vea como algo normal lo que no es normal". O sea, ¿fumar es lo normal?.
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