I

II
Hace poco era la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, quien pidió a quienes no fueran "expertos" que no jugaran el "papel de opinar y de contribuir a la confusión" en el conflicto del Sáhara Occidental. Ayer fue la ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín, la que afirmaba "que se tomarán las medidas necesarias para que no se produzcan más filtraciones de Wikileaks, y que la diplomacia internacional debe estar al servicio de las personas y no de otro tipo de intereses". Sospecho que tenemos las ministras más polivalentes -o, al menos, las más atrevidas- del mundo mundial, pero me gustaría conocer la opinión de la ministra del ramo, Trinidad Jiménez, sobre ambos asuntos, si no es mucho pedir. A menos que esté ejerciendo tan seriamente sus funciones diplomáticas que considere conveniente que ni de eso nos enteremos. Ya dirá lo que le tenga que decir al embajador estadounidense. Y a esperar que Wikileaks nos informe después.