I
La ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín, ha afirmado que se tomarán las medidas necesarias para que no se produzcan más filtraciones de Wikileaks, y que la diplomacia internacional debe estar "al servicio de las personas y no de otro tipo de intereses", declaraciones que no se sabe muy bien si están hechas desde el punto de vista de una ex-Secretaria de Estado de Cooperación Internacional o como ministra de Sanidad. Y por tanto, es igualmente una incógnita si sus palabras pretenden ser una admonición a los servicios secretos norteamericanos por su falta de seguridad o pretende tratar la gigantesca filtración como una nueva gripe A informativa. Y que la diplomacia esté al servicio de las personas y no de otro tipo de intereses podríamos dejarlo en suspenso en tanto nos enteramos de qué personas e intereses estamos hablando. De lo que, por cierto, sólo podemos cerciorarnos algo crudamente pero con garantía de verosimilitud mediante la opinión de los diplomáticos norteamericanos filtrada en Wikileaks.
II
Hace poco era la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, quien pidió a quienes no fueran "expertos" que no jugaran el "papel de opinar y de contribuir a la confusión" en el conflicto del Sáhara Occidental. Ayer fue la ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín, la que afirmaba "que se tomarán las medidas necesarias para que no se produzcan más filtraciones de Wikileaks, y que la diplomacia internacional debe estar al servicio de las personas y no de otro tipo de intereses". Sospecho que tenemos las ministras más polivalentes -o, al menos, las más atrevidas- del mundo mundial, pero me gustaría conocer la opinión de la ministra del ramo, Trinidad Jiménez, sobre ambos asuntos, si no es mucho pedir. A menos que esté ejerciendo tan seriamente sus funciones diplomáticas que considere conveniente que ni de eso nos enteremos. Ya dirá lo que le tenga que decir al embajador estadounidense. Y a esperar que Wikileaks nos informe después.