De la lectura de un reciente artículo de José Ignacio Wert en El País -Sistema electoral, entre equidad y eficacia- deduzco que considera adecuado no modificarlo, ya que una posible mejora en la equidad representativa empeoraría su eficacia.
Sin embargo, para empezar, no creo que la eficacia del sistema, entendida ésta como la creación de gobiernos mayoritarios de cualquiera de los dos partidos centrales sea lo que más conviene a la ciudadanía de este país en la actualidad, ya que el bipartidismo efectivo generado durante estos treinta y cinco años no ha hecho más que propiciar, directamente, una partitocracia cuyo primer propósito parece ser convertir a la democracia en una mera apariencia formal, esclerotizada y vacía de contenido, e indirectamente, dentro de ella, la creación de un caldo de cultivo en el que políticos corruptos nacen, crecen y proliferan según nos enteramos a diario. Evidentemente, el actual sistema electoral español puede mejorar mucho en cuanto a equidad, lo diga quien lo diga: es una evidencia matemática. Y que democracias más consolidadas que la nuestra dispongan de sistemas menos equitativos que el nuestro no debería ser ningún consuelo. Pero es que incluso aceptando el concepto de eficacia del señor Wert, tampoco creo que el dilema planteado entre equidad y eficacia sea cierto. Si seguimos el ejemplo que nos propone, con base en los resultados de las elecciones de 2008 (mismo número de diputados pero considerando una circunscripción nacional única), no es cierto que sólo se gane algo de equidad en los márgenes del sistema. No es irrelevante que, en esa hipótesis, tanto PP como PSOE perdieran 8 diputados, mientras UPyD hubiera ganado 4 e IU 12. ¿Que hubiera ocurrido en ese escenario?. Parece probable que el PSOE se hubiera planteado una alianza de legislatura con IU, representado a doce millones de ciudadanos, un millón más que en la actualidad (es decir, un gobierno mayoritario y más representativo), donde el PSOE depende, alternativamente, de los votos de CiU o PNV, ya que aunque totalizaron un millón de votos entre ambos (aproximadamente los mismos que IU) disponen en la Cámara de un total de 17 diputados, cuando a IU, el sistema vigente sólo le ha adjudicado 2. Y no por su marginalidad y su difuso apoyo electoral -igual de difuso que el de los dos partidos mayoritarios- si no debido al procedimiento de asignación de escaños -el método D'Hont- dentro de cada provincia.
Afirma el señor Wert que sería inimaginable que un sistema que ha superado los 30 años de vida no responda a los intereses de los dos principales partidos. Coincido con él en éste caso: a sus intereses.
Sin embargo, para empezar, no creo que la eficacia del sistema, entendida ésta como la creación de gobiernos mayoritarios de cualquiera de los dos partidos centrales sea lo que más conviene a la ciudadanía de este país en la actualidad, ya que el bipartidismo efectivo generado durante estos treinta y cinco años no ha hecho más que propiciar, directamente, una partitocracia cuyo primer propósito parece ser convertir a la democracia en una mera apariencia formal, esclerotizada y vacía de contenido, e indirectamente, dentro de ella, la creación de un caldo de cultivo en el que políticos corruptos nacen, crecen y proliferan según nos enteramos a diario. Evidentemente, el actual sistema electoral español puede mejorar mucho en cuanto a equidad, lo diga quien lo diga: es una evidencia matemática. Y que democracias más consolidadas que la nuestra dispongan de sistemas menos equitativos que el nuestro no debería ser ningún consuelo. Pero es que incluso aceptando el concepto de eficacia del señor Wert, tampoco creo que el dilema planteado entre equidad y eficacia sea cierto. Si seguimos el ejemplo que nos propone, con base en los resultados de las elecciones de 2008 (mismo número de diputados pero considerando una circunscripción nacional única), no es cierto que sólo se gane algo de equidad en los márgenes del sistema. No es irrelevante que, en esa hipótesis, tanto PP como PSOE perdieran 8 diputados, mientras UPyD hubiera ganado 4 e IU 12. ¿Que hubiera ocurrido en ese escenario?. Parece probable que el PSOE se hubiera planteado una alianza de legislatura con IU, representado a doce millones de ciudadanos, un millón más que en la actualidad (es decir, un gobierno mayoritario y más representativo), donde el PSOE depende, alternativamente, de los votos de CiU o PNV, ya que aunque totalizaron un millón de votos entre ambos (aproximadamente los mismos que IU) disponen en la Cámara de un total de 17 diputados, cuando a IU, el sistema vigente sólo le ha adjudicado 2. Y no por su marginalidad y su difuso apoyo electoral -igual de difuso que el de los dos partidos mayoritarios- si no debido al procedimiento de asignación de escaños -el método D'Hont- dentro de cada provincia.
Afirma el señor Wert que sería inimaginable que un sistema que ha superado los 30 años de vida no responda a los intereses de los dos principales partidos. Coincido con él en éste caso: a sus intereses.
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