Desplegaba ayer en El País (Cambio de modelo: es el momento) el señor ministro de Industria todo el argumentario "políticamente correcto" en cuanto a cambio de modelo económico, apuesta por la innovación, por el I+D+i, por las energías renovables, etc.. Bajando a lo algo más concreto, defiende el señor Sebastián una industria de la automoción sostenible mediambientalmente, el cambio a modelos de vehículos híbridos y eléctricos. Y como justificación de los 800 millones de euros del Plan de Competitividad del Automóvil que promueve el gobierno del que forma parte, o para muestra de la línea estratégica del gobierno en este sector, un botón: la asignación de la construcción del futuro Audi Q3 a la fábrica de Martorell. No sé cuantos puestos de trabajo del sector del automóvil se habrán salvado con tal designación, pero lo que sí está claro es que como ejemplo al hilo del discurso futurista y bienintencionado o como paradigma del cambio de modelo necesario no resulta ser el ejemplo más adecuado. El Audi Q3 será un modelo elitista (cuyo precio de venta rebasará seguramente los 30.000 €) perteneciente al grupo de los todoterreno de diseño y destinado a competir con otros modelos igualmente elitistas tal como el BMW-X1. Por mucho que se utilice en él tecnología de última generación en cuanto a emisión de gases perjudiciales, con motorizaciones previstas de 2 y 3,6 litros de cilindrada y 211 y 270 CV. de potencia en gasolina o de 3 litros de cilindrada y 240 CV. de potencia en diesel, está muy lejos de la repercusión medioambiental de los vehículos híbridos enchufables o eléctricos puros que el señor Sebastián propone como solución de futuro. Hay veces que conviene quedarse en las Grandes Palabras y no bajar a lo concreto. O elegir mejor los ejemplos.
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