domingo, 10 de septiembre de 2017

Imagina

Imagina que no hay Cielo
Es fácil si lo intentas
Y ningún infierno debajo de nosotros
Sobre nosotros, solo el cielo

...
Nada por lo que matar o morir
Y también sin religión
Imagina a toda la gente
Viviendo la vida en paz

Este texto (parcial) de la canción Imagine de John Lennon le ha servido al obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, de pie para decir que mientras él cantaba esa canción, el ateísmo estaba siendo la bandera más utilizada en el siglo XX para justificar el exterminio de millones de personas en el mundo entero y que, además la consideración de la fe religiosa como ‘opio del pueblo’, llevó a un holocausto de multitud de inocentes; en el discurrir de su mente apocalíptica concluye que la alternativa al yihadismo no puede ser ni el materialismo ateo, ni el relativismo de una religión hecha a nuestra medida.
Por orden:
Mientras Johnn Lennon cantaba esa canción (desde Junio de 1971 hasta Diciembre de 1980, fecha de su muerte) se produjeron en el mundo algunas guerras menores producto de las estrategias mundiales de las grandes potencias (guerra indo-pakistaní, guerra del Yom Kippur, guerras civiles en Africa, golpe de Estado en Chile, etc.) y también extensas hambrunas en Africa que seguramente acabaron, sí, con la vida de millones de personas ¿todo ello achacable y responsabilidad del ateísmo defendido en Imagine?
Habría que recordar que la consideración de la religión como opio del pueblo es muy anterior a la utilización por Karl Marx de ese concepto en su Crítica a la filosofía del derecho de Hegel y que ya antes de él -y antes del siglo XIX- Immanuel Kant, Herder, Ludwig Feuerbach, Bruno Bauer, Moses Hess y Heinrich Heine, habían utilizado esa analogía; seguramente muchos otros habían -y han- reparado en la capacidad socialmente adormecedora y elusiva de la realidad como base y fundamento de cualquier religión -incluída la católica- y que han sido éstas características las que a lo largo de la historia han propiciado guerras y matanzas perdonando y eximiendo de culpa a quienes participaban en ellas; plantear como alternativa al materialismo ateo el yihadismo es un puro dislate. 
Claro que matar en nombre de un dios, en nombre de la revolución, o en nombre de la libertad, además de un asesinato, es una mentira. Una mentira que busca dignificarse encubriéndose en supuestos ideales, de los que en realidad carece, como el propio Munilla reconoce. Exactamente. Es cierto que también el materialismo ateo o el relativismo (cualquier ismo valdría) podría usarse como justificación para matar, pero es mucho más difícil: desde el materialismo o el ateísmo no puede prometerse ni el perdón ni la vida eterna a un ser humano por matar a otro ser humano.
Yo seguiré imaginando.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Cataluña, again, forever.

En el pulso sin sentido que supone desde hace ya tiempo la relación política entre Cataluña y España, creo que la posición más patética -aunque los independentistas catalanes también hacen méritos (*) casi a diario- corresponde últimamente al gobierno central. Si hace unos días era el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el que aseguraba que con toda seguridad, no va a haber referéndum porque no hay presupuesto basándose en que el Gobierno catalán ha certificado a Hacienda que no ha destinado ninguna partida a la consulta, hoy es la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez, la que informa de que el gobierno tiene previstas medidas que es mejor que queden a buen recaudo, pero sí ha querido abundar en que son muchas y se irán aplicando paso a paso. Y ha advertido de que si se tuvieran urnas, ya se encargarían las autoridades correspondientes de impedir que se pusieran.
Y digo patética porque ambas declaraciones me sugieren la postura de unos padres desesperados ante la recalcitrante contestación de un  hijo adolescente: todo el que sea padre sabrá que los hijos de esa edad son de trato difícil, pero cualquier asesor aconsejará el diálogo como única solución a largo plazo; lo que seguro que nunca ha sido solución para reconducir a lo posible -al mundo real- las posturas maximalistas que son inherentes al crecimiento personal de los adolescentes -incluyendo matar al padre, generalmente de forma figurada- es reducir las respuestas a cortar la paga para gastos (ni un duro -euro- más, que me cuesta mucho ganarlo) y/o amenazar con medidas coactivas secretas (te vas a enterar tú): de hecho, en esas ocasiones la falta de diálogo y la imposición suele ser un acicate para que el adolescente prosiga con su lucha, y que seguramente ante una situación difícil se vea tentado a buscar atajos que podrían resultar dañinos para todos.
Siento que no se me haya ocurrido un símil más elevado y trascedente, políticamente hablando -y que, con seguridad, a quienes desempeñan tanto el rol de padre como de  hijo, éste les parezca una simplicidad y no se reconozcan en ellos- pero la inteligencia y habilidad de los conductores de ambos trenes, supuestamente en trance de colisión, no me sugiere mucho más. Y es que recuerdo recurrentemente uno de los últimos lapsus de  Rajoy explicando he ido a Cataluña y a otros países extranjeros como aceptando internamente que un hijo se le vá de casa (y al que sólo se le ha ocurrido amenzarle con la fría bofetada del que, supuestamente,  aún puede darla, sin más). 
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(*) ...tremendo Coscubiela, como Unamuno:...venceréis pero no convenceréis... 

lunes, 4 de septiembre de 2017

Respeto

El artículo 37.4 de la Ley Orgánica 4/2015 de Protección de la Seguridad Ciudadana, contempla como infracción leve las faltas de respeto y consideración cuyo destinatario sea un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el ejercicio de sus funciones de protección de la seguridad, cuando estas conductas no sean constitutivas de infracción penal. Una infracción leve lleva aperejada una multa de entre 100 y 600 euros según el artículo 39 de la misma Ley; solo en el año 2016 se interpusieron en España 19.497 multas por este concepto con un valor de 3.006.761 euros.
Y ¿que puede constituir una falta de respeto hacia un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad?; las posibilidades son prácticamente infinitas -eso sin considerar que algún miembro sea especialmente susceptible de sentirse poco respetado- y la mencionada Ley está repleta de supuestos tanto o más ambiguos y dependientes del criterio de la parte representante de la autoridad, con lo cual los derechos y libertades reconocidos y amparados por las constituciones democráticas a que hace referencia el preámbulo de la Ley es, una vez más, una pura declaración formal carente en absoluto de contenido; lo que la Ley y sus supuestos interpretativos y discrecionales (a interpretación y discreción de la autoridad) permiten es, precisamente, un recorte cierto de los derechos y libertades que dice defender; no por nada es conocida como Ley mordaza. Con el agravante añadido de que sanciones muy graves (la celebración de espectáculos públicos o actividades recreativas quebrantando la prohibición o suspensión ordenada por la autoridad correspondiente por razones de seguridad pública, por ejemplo) pueden llegar a conllevar multas de hasta 600.000 euros por vía puramente administrativa, es decir, sin poder hacer valer la tutela judicial efectiva a que hace referencia el artículo 24.1 de la Constitución Española, y a la que que cualquier ciudadano tiene derecho.
Mientras llegue -si llega- la abolición de una Ley cuya intencionalidad es claramente la de reducir al silencio la posible manifestación y expresión del desacuerdo de la ciudadanía con situaciones injustas y/o abusivas, ante situaciones  como ésta, se le podría cantar al agente de la autoridad de turno el final la canción de Aretha Franklin, Respect (Respeto): un poco de respeto oh yeah (sólo un poquito); un poco de respeto (sólo un poquito). No creo que fuera considerado falta de respeto; pero por si acaso yo me limito a dar la idea (ya basante me arriesgo), que  no quiero perder 600 euros; aunque no estoy refiriéndome a ningún miembro concreto de la autoridad, seguro que eso también es interpretable.

domingo, 3 de septiembre de 2017

Manipulación

Cada vez estoy más convencido de que el mal no es el mayor peligro para la humanidad; el mal siempre ha estado ahí, manejando los hilos de éste gigantesco guiñol, pero ocurre que el mal se ha percatado de que estar siempre a pie de tajo organizando y controlando maldades es muy cansado y parece que hace ya unos años decidió subcontratar la tarea a los tontos; los tontos son legión (ya lo dijo Einstein, dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana; y yo no estoy seguro sobre el universo) y un tonto activo es tanto o más dañino que un simple malvado. No se puede explicar de otra manera la lista de algunos de los recientes presidentes de EE.UU., o presidentes de gobierno en España, por ejemplo.
Supongo que por esa misma razón -cansancio- en el PP se han decidido a dar un paso en éste sentido y subcontratar a los gestores de medios la tarea de la elaboración de posverdades y posmentiras -sin aclarar nunca qué es qué- y la de intoxicación informativa, en general. En el pantano pútrido en que parece haberse convertido información -desinformación, en general- de unos medios manejados por el gran capital de acuerdo a sus intereses económicos, siempre existen destacables tontos ilustres, con el cometido concreto de mantener a las masas entretenidas de acuerdo a la primera de las estrategias de la manipulación mediática enumeradas por Chomsky; en España, el ejemplo paradigmático -aunque hay donde elegir- es Francisco Marhuenda, director de La Razón -todo un oxímoron, su cabecera, visto el contenido- que aseguró en un programa de televisión que el comunismo dió en España un golpe de Estado en 1936; tal cual; no fueron unos militares los que se sublevaron contra la República en 1936, sino los comunistas, que, según él, se golpearon a sí mismos. 
Como es sabido por todos -por todos los que quieran verificar los datos, simplemente- en las elecciones celebradas en España en Febrero de 1936, el Frente Popular obtuvo  una mayoría ajustada en votos, pero que le permitiría a Manuel Azaña presidir un gobierno de izquierdas; los diputados del Frente Popular totalizaban 236 (por 156 del Frente Nacional y 54 de Centro) de ellos sólo 17 diputados por el Partido Comunista. Los candidatos comunistas siempre estuvieron en el último lugar de las listas del Frente Popular y los 17 diputados obtenidos, después de conseguir sólo uno en 1933, fueron el fruto de haber logrado incorporarse a esa coalición y no el resultado de su fuerza real. Claro que con menos fuerza contaba la Comunión Tradicionalista (carlistas) con 15 diputados o Falange Española que no obtuvo ningún diputado. Seguramento por ello decidieron -éstos sí- apoyar un golpe de Estado militar en Julio de 1936, para obtener por la fuerza lo que las urnas les habían negado.
Hay que decir que Francisco Marhuenda es profesor titular interino en la Universidad Rey Juan Carlos, donde imparte la asignatura Historia de la Cultura Comercial y Sociedad, no creo, por tanto, que ignore los datos mencionados -no debería, salvo que sea aún más tonto e ignorante de lo que parece, que es bastante-, por lo que es fácil suponer que estaba cumpliendo con su cometido de manipulador mediático, según Chomsky, es decir, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.
Claro que con ésta entrada del blog, lo mismo  estoy haciendo el caldo gordo a alguien sin desearlo. El mal está al cabo de la calle.

Rebotando

Es difícil que no sean conscientes -el gobierno, el PP- de que al hacer recaer todo  tipo de sospechas sobre la exclusiva responsabilidad de los Mossos en las actuaciones policiales posteriores al atentado terrorista de Barcelona, están reconociendo, casi explícitamente, que se trata de un asunto, de un territorio, en los que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (Ministerio del Interior, CNI, Policía Nacional y Guardia Civil) no tienen competencias, que les son totalmente ajenos, propiciando de éste modo el sentir de los catalanes -y el del resto de los españoles- de que Cataluña ya no es España. Pero nada más lejos de la realidad; si hubo deficiencias en la respuesta policial antes, durante o  tras el atentado, la responsabilidad es de todas las instituciones mencionadas, incluídos los Mossos, evidentemente, pero no únicamente.
Deja ello en evidencia la situación de descoordinación existente -desmentida en un primer momento tras los atentados por el ministro del Interior: dime de lo que presumes y te diré de lo que careces- y propiciada con carácter previo por exclusivas motivaciones políticas y que han tenido las consecuencias de todos conocidas; es probable que con una mayor coordinación las consecuencias hubieran sido las mismas ya que los terroristas actuaron, a lo que sabemos, con un plan alternativo y de última hora, pero no es menos cierto que la mencionada falta de coordinación supuso restar probabilidades de éxito a la labor de prevención policial. 
Y si tanto en el gobierno como en el PP son conscientes de que reproches públicos -a posteriori- a la labor de los Mossos no tendrá más consecuencia que aumentar en el tiempo -y en el espacio: crece el independentismo catalán incluso fuera de Cataluña- el número de catalanes favorables a la independencia, ¿por qué lo hacen?, ¿es eso lo que se pretende?
Yo pensaba que el 11-M había sido una lección para todos, pero, evidentemente, el hombre -y el homo hispanicus, tiene una habilidad particular para ello- es el único ser que tropieza dos veces en la misma piedra. No importa que el tamaño sea el de una roca; aquí rebotamos y tomamos impulso para darnos de bruces contra ella de nuevo, a ver si logramos partirla; ya escribió Antonio Machado: En España, de diez cabezas, nueve embisten y una piensa.