martes, 15 de agosto de 2017

Aquellos comunistas

El escritor albanés Bashkim Shehu, que vive hace tiempo en Barcelona, ha publicado Angelus Novus, un libro en el que relata sus experiencias como preso político en su país, durante la dictadura comunista de Enver Hoxha. 
Declara que en Albania tampoco ha tenido lugar un debate sobre el pasado: Los que han vivido este pasado no tienen suficiente voluntad para enfrentarse a él, al trauma de la dictadura. Y los jóvenes, los que no lo han vivido, no muestran ningún interés por conocerlo. Además, el enfoque de los medios de comunicación sobre este pasado invita a no enfrentarse a lo que ocurrió. En este sentido, el consumismo está ayudando a la supervivencia de los atavismos de entonces. Se comercializa la memoria, se descubre algún proceso político y se habla sobre ello desde la nostalgia, o como si se tratara de muestras de un museo, y no de personajes vivos.
Tal cual -o muy parecida- ha sido mi experiencia en un breve viaje a Rusia -concretamente a Moscú y San Petersburgo, bellísima ciudad esta última- a la que no quisiera dar más peso del que creo que tiene; unas impresiones personales basadas en las siguientes percepciones:
1ª) La proporción entre jóvenes y mayores -en la calle- es abrumadoramente favorable a los primeros; los mayores o son realmente pocos proporcionalmente o están retirados en sus domicilios, como apartados de una vida, la actual, que les fuera ajena.
2ª) Imagino que debido al efecto rebote histórico, no conozco en Europa ningún país con un culto tan evidente y explícito a los valores consumistas -a los coches de lujo, por ejemplo- propios del capitalismo como he visto en Rusia.
3ª) Los jóvenes tienen un curioso (para mí) relato de la historia reciente de su país: recuerdan (los que tienen más de treinta años) el régimen comunista como falso en su intención de logar un igualitarismo supuestamente imposible y, en definitiva, como un sistema inviable e ineficiente, al que reconocen, sin embargo, indudables logros sociales; pero -y eso es lo que me sorprendió- esos mismos jóvenes muestran un escasísimo reconocimiento a las intenciones teóricas y logros prácticos de la tercera revolución (en su historiografía la primera revolución es la de 1905, la segunda revolución es la de Febrero de 1917 -república burguesa- y la tercera revolución -conocida aquí como revolución de Octubre de 1917- es en la que los bolcheviques ocuparon el poder); tal y como dice Shehu que ocurre en Albania; en consecuencia, creo que, en general, los jóvenes rusos no tienen mayor interés en conocer las causas y la historia del  denominado socialismo real en su país.
Añadido a ésto, al parecer los jóvenes -aunque creo he que el sentimiento es general en Rusia- consideran a Gorbachov un auténtico vendedor de la Patria al capitalismo global, un traidor a los intereses de Rusia que liquidó de un plumazo lo que socialmente era preservable y de interés público bajo el régimen soviético, empobreciendo abrupta e inmisericordemente a una gran mayoría de la población (imagen muy distinta de la que tenemos de él en occidente). Al igual que recuerdan con pavor los tiempos de Boris Yelsin, cuando las mafias de diverso tipo eran dueñas de la vida pública y privada en Rusia, por lo que no es de extrañar que actualmente Putin, que se enfrentó a esas mafias hasta reconducirlas -el caso del magnate petrolero Jodorkovsky fué una declaración de intenciones- a estándares homologables a nivel mundial, tenga grandes apoyos en la ciudadanía rusa, con todo y ser conscientes de que el poder actual en Rusia lo detentan, realmente, unos 70 autócratas, que son los que, igualmente, controlan los órganos de representación política rusa; pero al menos, con Putin la economía de Rusia -y sobre todo, la del ruso común- mejoran y el país prospera. 
En resumen, respecto a ese deseo de ignorar -consciente o inconscientemente- el pasado histórico por parte de los jóvenes, creo conveniente recordar la frase los pueblos que ignoran su historia están condenados a repetirla.
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P.S.: ...si entre los lectores de ésta entrada del blog se cuenta  algún ruso(a) agradecería cualquier comentario u opinión que corrijiera mis erróneas apreciaciones o corroborara mis impresiones.

lunes, 14 de agosto de 2017

Asimetría

Siempre que oigo frases condenatorias de la violencia a las que se añade la coletilla venga de donde venga -o similares-, me hago idea rápidamente de que quien condena es próximo a aquellos a los que se vé obligado a condenar por corrección política o, en el fondo, por imperativo categórico: nadie desea ser considerado inmoral o amoral (aunque luego, en su interior y en sus actos, vaya usted a saber).
Así, cuando el presidente de EE.UU., Trump, se ha referido a los disturbios registrados en Charlottesville (Virginia), a raíz de las marchas de los supremacistas blancos, no pasó de una inconcreta y abstracta condena del odio y la violencia de las diversas partes, cuando, en realidad la responsabilidad de la violencia en éste caso concreto recae, evidentemente, en la parte integrada por los grupos de distintas -pero comunes- ideologías racistas en Estados Unidos, y evitó por todos los medios refererise concretamente a ellos, hablando de evitar la violencia en forma genérica y vacua: Tenemos que curar las heridas de nuestro país. Las curaremos y haremos todos los esfuerzos posibles para que eso ocurra lo antes posible Claro, mejor decir eso que hacer explícita apología de la inacción preventiva -y, por supuesto, curativa- que es lo que seguramente tiene en mente. Y dicho todo ello desde su club de golf en Bedminster, donde está de vacaciones pero, muy probablemente, sin lograr un solo birdie con tanta agitación nacional e internacional.
Es un caso similar al de los denominados revisionistas (aunque haya quien parece no tener muy claro  el significado del término) de la guerra civil española y su propuesta de equidistancia en cuanto a la valoración de los asesinatos y barbaridades cometidas en uno y otro bando, equidistancia imposible de asumir, aunque sólo fuera porque los mismos sublevados (Franco, Mola, Queipo de Llano, etc.) se refirieron explícitamente al genocidio y al terrorismo radical que pretendían implantar como única manera de doblegar la razón, la justicia y la legalidad constituída. Y que cumplieron tanto cuanto los medios materiales les permitieron. Por el bien de España, naturalmente (es decir, de los españoles -adictos o silentes- que quedaron vivos).
Como decía un profesor que tuve: la derecha siempre mata más, y más deprisa.
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P.S: ....demasiado tarde...sólo cediendo a la presión de quienes representan el poderío de las grandes empresas, lo único que Trump parece realmente respetar; pero todo vuelve a su ser: según él, en éste caso no hay buenos y malos, sino malos, muy malos y quizá malotes...

domingo, 13 de agosto de 2017

Buenos y malos

Hace unos días, el secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson  comunicaba urbi et orbi: Estamos evaluando todas nuestras opciones políticas para ver qué podemos hacer para crear un cambio de condiciones (en Venezuela) donde o bien Maduro decida que no tiene futuro y quiera marcharse por voluntad propia, o nosotros podamos hacer que el Gobierno (venezolano) vuelva a su Constitución. Era para que todos fueran (fuéramos) tomando nota. Unos día después, desde uno de sus campos de golf en New Jersey, -entre hoyo y hoyo- Trump ha declarado que no descarta una intervención militar estadounidense en Venezuela si Maduro tarda en atender las sugerencias de EE.UU: tenemos tropas por todo el mundo, en lugares muy, muy alejados. Venezuela no está muy lejos y la gente está sufriendo y están muriendo, agregó el presidente, afirmando que el país caribeño está sumido en un lío muy peligroso. Vamos, que pretende solucionar el sufrimiento y la muerte de unos (los buenos) mediante el sufrimiento y la muerte de otros (los malos) y así resolver el lío. Militarmente, por supuesto, que es más rápido. No creo que los romanos del Imperio fueran tan obviamente prepotentes ni en su época de mayor  poderío. (Por cierto, ¿no será una cabeza de palillo o cerilla eso que asoma en la comisura de los labios de la boca de Trump?).
El Gobierno de Trump ya ha impuesto sanciones contra varios cargos electos venezolanos, en primer lugar contra el propio Maduro, sanciones que en su caso implican la congelación de los activos que puedan tener en EE.UU. y le prohíben la entrada al país. Con las sanciones a Maduro, Estados Unidos le ha puesto en el mismo saco -actualizando el Eje del Mal de Bush, o ese club muy exclusivo, como lo ha definido el asesor para la seguridad nacional, Herbert Raymond McMaster- que al presidente sirio, Bachar al Asad, el líder norcoreano, Kim Jong-un, Robert Mugabe, de Zimbabue y los dirigentes de Irán.
Como escribiera Rafael Sánchez Ferlosio: cuando oigo la palabra el Mal, ontológicamente enfatizada, me digo: "ya está ahí la purga de Benito, se ha terminado la averiguación". Es el gran comodín ideológico, exorcismo de urgencia para cualquier vacilación moral.

sábado, 12 de agosto de 2017

Probabilidad (II)

Parece que las religiones llevan siglos de ventaja al pensamiento agnóstico y/o ateo, sobre todo en la elaboración de mensajes -oraciones, jaculatorias, sentencias- esas ideas-píldora, memes  o metafísica encapsulada tan eficaces en la transmisión de ideología. Como ejemplo, el mensaje probablemente Dios no existe; deja de preocuparte y goza de la vida  que autobuses ateos transportaron por las ciudades españolas hace unos años no dá, francamente, la talla. Además de que, como ya señaló con su clarividente mala leche Rafael Sánchez Ferlosio, la fe en Dios no da preocupaciones, si no que las quita -de eso se trata, precisamente, de autoanestasiarse en ésta vida, mientras pensamos y esperamos la venidera- es que afirmar que probablemente Dios no existe es equivalente decir que probablemente Dios existe, en ambos casos se afirma que hay probabilidades para lo uno y para lo otro; todo dependería del porcentaje de probabilidad asignado a cada una de las alternativas, que en ningún caso se menciona. Otra cosa hubiera sido asegurar Hay un 85% de probabilidad de que Dios no exista, por ejemplo. Y aún así: con muchas menos probabilidades jugamos a la Lotería, y creemos en ella (aunque habitualmente constatamos que, como mucho, nos toca el reintegro). Y, en todo caso, nada competitivo respecto a los mensajes de la iglesia católica u otras religiones que aseguran (al 100% por 100%) la vida eterna -en otras religiones  recompensas más mundanas y materiales- si cumplimos correctamente los correspondientes mandamientos (y un castigo igualmente eterno si no los cumplimos, digamos que una Lotería de dos caras, como unos juegos del hambre).
Desde un punto de vista ateo (o simplemente agnóstico) me hubieran parecido más eficaces -y consecuentes- mensajes en líneas mas lógicas y racionales. Por ejemplo:
-Si fuéramos tan inteligentes como para entender que la divinidad está a cargo de nosotros, no habría ningún problema en éste mundo. (Y no es el caso).
-Los únicos que creen en lo que no ven ni entienden son los niños y los locos, y eso porque los mayores y los cuerdos les estafamos sin pudor.
-No creo en mi capacidad para comprender a la divinidad y sus designios, de ser así, con seguridad habría prosperado más en este mundo, sin tener que esperar al otro que, por cierto, con mi personalidad, se me haría muy largo (recordando el aforismo marxista -de Groucho Marx- nunca sería de un club en el que admitieran a gente como yo). 
No sé que pensaría Richard Dawkins de estas ideas... aunque yo más bien estoy con George Carlin: el ser humano es crédulo por naturaleza, pero tanto más crédulo cuanto más increíble sea lo que se pretende hacer que crea: diles que un ser omnipotente vive en el cielo, ha creado todo el universo que conoces, que nos ha transmitido unas reglas de conducta, ...y te creerán. Diles que la pintura está húmeda y tendrán que tocar para comprobarlo.

Hace 85 años

Manuel Azaña afirmaba rotundo en 1932: a mí lo que me interesa es renovar la historia de España sobre la base nacional de España.  Es inevitable recordar hoy tanto su pensamiento político como su fuerza intelectual a la vista del panorama político español actual; que Azaña pudiera pronunciar dos veces la palabra España en una frase y simultáneamente afirmara que el deseo autonomista de Cataluña consituía una oportunidad histórica para conjugar la aspiración particularista o el sentimiento o la voluntad autonomista de Cataluña con los intereses o los fines generales y permanentes de España dentro del Estado organizado por la República muestran no sólo el hondo patriotismo -en el mejor de los sentidos de la palabra- de Azaña, sino el grado de habilidad política que poseía, aunque aún hoy hay quien se la regatea, heredando los cuarenta años de tergiversaciones, calumnias y silencio que sobre su figura y capacidad política acumuló el franquismo. Además de que con Azaña, según recuerda Francisco Ayala sabía uno en todo caso lo que quería decir, porque en todo caso decía lo que quería exactamente.
Es sabido que Azaña fué el principal valedor del Estatuto Catalán de 9 de Septiembre de 1932, bastante más allá de lo defendido por otros republicanos de mucho peso político tales como Ortega y Gasset -el PSOE de la época no era ni siquiera autonomista, no ya federalista- y que concluyó uno de sus discursos en el Congreso de los Diputados durante la tramitación del Estatuto apelando expresamente al Parlamento y a todos los partidos republicanos a que se sumen a una obra política que es una obra de pacificación, una obra de buen gobierno ... porque España necesita urgentemente estar bien gobernada, aún reconociendo -proféticamente-  que …es mas difícil gobernar a España ahora que hace cincuenta años y mas difícil será gobernarla dentro de algunos años. Cuando el autonomismo se ha convertido en separatismo por la torpeza de muchos, se podría añadir. 
Azaña hizo posible que un Estado compuesto -novedoso en el derecho constitucional comparado de su época, ya que no se trataba de una federación ni una confederación- cupiera dentro del valor normativo superior de la Constitución de 1931, que ha interpretarse en su conjunto y no solo en los limitados preceptos que se refieren a las autonomías territoriales, algo que muestra, en palabras del jurista García de Enterría, la potencia mental excepcional del personaje.
No obstante, el texto del Estatuto catalán lo redactó la Generalidad en ejercicio del derecho de autodeterminación que compete al pueblo catalán, según se lee en su preámbulo, si bien matizando que la personalidad política de Cataluña debe precisar su compromiso con la República española…de marcar las líneas fundamentales de su estructuración y concretamente: Cataluña quiere que el Estado español se estructure de manera que haga posible la federación entre todos los pueblos hispánicos. 
A recordar, por instructivo, el Artículo 18 (y último) del Estatuto: 
Este Estatuto podrá ser reformado:
a) Por iniciativa de la Generalidad, mediante “referéndum” de los Ayuntamientos y aprobación del Parlamento de Cataluña;
b) Por iniciativa del Gobierno de la República y a propuesta de la cuarta parte de los votos de las Cortes;
En uno y otro caso será preciso para la aprobación (definitiva) de la ley de Reforma del Estatuto, las dos terceras partes del voto de las Cortes. Si el acuerdo de las Cortes de la República fuera rechazado por el “referéndum” de Cataluña, será menester, para que prospere la reforma, la ratificación de las Cortes ordinarias, subsiguientes a las que le hayan acordado.
 

Igualmente intructiva es la comparación de los Estatutos de 1932 (por el que Azaña fué vitoreado en Barcelona, finalizando su discurso con un ¡viva España!) y de 2006, finalmente anulado por el Tribunal Constitucional, lo que provocó la manifestación del 10 de Julio de 2010 (en contra del gobierno español), a la que asistieron más de un millón de personas.
Creo que Azaña fué el último español que se propuso realmente resolver el problema catalán enfrentándose a él, sin mirar hacia otro lado, sin hurtarlo, sin negarlo. Puede evaluarse el logro que ello supuso teniendo en cuenta que casi medio siglo después, durante la denominada Transición, cuenta Alfonso Guerra -sí, el mismo que años después (2006) informó de que la segunda versión del Estatut tras la Transición había sido convenientemente cepillada en el Congreso- que Felipe González y él mismo tuvieron una entrevista con el presidente Suárez para intentar solucionar radicalmente el contencioso territorial de las Españas: nuestra propuesta fue clara y sencilla: restaurar los estatutos de Euskadi y Cataluña aprobados durante la República y abolidos con el triunfo militar del régimen de la dictadura. Suárez comprendió que esa era la operación más limpia y con menor coste posible sino fuera porque el estamento militar nunca aceptaría una restauración de los hechos de la República, que habían justificado en la conciencia del ejército franquista la rebelión y posterior Guerra Civil. Con lo que, además, se comprenden mejor las limitaciones y condicionantes de la propia Transición.
Es cierto que en el transcurso de la guerra civil el propio Azaña se sintió traicionado por la deslealtad hacia la República del Gobierno catalán -como del vasco- y proponía, lógicamente, una vuelta al cumplimiento estricto del Estatuto una vez se ganara la guerra; Franco, en 1938, no dió lugar a que ello se produjera.
Azaña reiteraba a menudo que un país es una herencia histórica, una tradición, corregida por la razón; sin esa razón la herencia histórica de España no es que sea difícil de gestionar -ni por aquél Azaña, ni, desde luego, por figuras de la talla de quienes hoy tienen ese encargo- es que es inasumible. Sin esa razón -inteligencia, altura de miras, visión de futuro- sirve de muy poco el sentido común del que algunos alardean; por más que, seguramente, ni siquiera a eso llegan.