jueves, 9 de abril de 2015

Democracias

Recientemente Esperanza Aguirre, sempiterna practicante de todos y cada uno de los once principios de la propaganda atribuídos a Goebbels, nos informaba de que el posible triunfo de Podemos significaría el fin de la democracia occidental tal como la conocemos, aunque yo creo que la democracia de éste país tampoco es como para tirar cohetes, por muy a occidente que estemos.
Poco después, en la reunión de la Junta Directiva del PP, su preclaro e indiscutido líder, Mariano Rajoy, clausuró el evento afirmando no voy a hacer ningún llamamiento a la unidad porque este es un partido unido -afirmación que fué ratificada por un prolongado y unánime aplauso al más puro estilo franquista o soviético- y ninguno de los numerosos directivos del PP allí presentes osó despegar los labios para formular la más mínima observación o expresar un atisbo de autocrítica tras los malos resultados del PP en Andalucía: silencio absoluto. Esta debe ser la democracia que Esperanza Aguirre nos propone; algunos también la recordamos: se llamaba democracia orgánica.

miércoles, 8 de abril de 2015

Esas sonrisas

Carlos Floriano se preguntaba retóricamente -al amor de la lumbre, semiincorporado en un sofá de los que te hundes y en compañía de la cúpula dirigente del PP-  si, a ellos mismos, no les habría faltado piel. Pues sí, sin que sirva de precedente yo diría que sí, que estuvo más cerca de las respuestas que el PP necesita, que los mantras y estrategias de Pedro Arriola. Qué, si no fuera una falta de piel, podría explicar esa sonrisa -que tanto cabrea- que lucen permanentemente los dirigentes del PP: es como si a cada uno de ellos le hubiera quitado las arrugas de la cara un mal cirujano plástico. Uno malísimo, que les ha dejado una sonrisa como la de Joker, el de Batman. La próxima vez, que les hagan algún autoinjerto de piel; se suelen utilizar a esos efectos los glúteos, pero yo no sé si en personas tan adictas al sillón va a ser posible.

El inexistente modelo económico

No salgo de mi asombro al oír, a escasos diez años del estallido de la burbuja inmobiliaria en éste país, que una salida de la crisis sería...promover de nuevo la construcción de viviendas. No sólo es que seamos líderes europeos de vivienda sin ocupar -casi tres millones y medio- es que ¿quien las compraría en las actuales circunstancias?.
Subyace en esa disparatada propuesta de huída hacia delante, la falta de un verdadero modelo económico y estratégico, algo que de no abordarse seriamente y con urgencia, comprometerá nuestro futuro de forma irremediable. Eramos hasta hace bien poco líderes mundiales en investigación y desarrollo de energías limpias; intereses económicos evidentes han desmontado ésta industria autóctona y de prometedor futuro; tenemos la generación mejor formada de nuestra historia, pero nuestros jóvenes se ven forzados a emigrar a otros países que aprovecharán su talento y la formación que en ellos invirtió éste país.
Mientras no nos planteemos todo ello de forma global será que queremos apostar por continuar siendo para siempre un país de sol y camareros.

jueves, 2 de abril de 2015

Pedagogía

Dentro del argumentario del PP se insiste últimamente en simular autocrítica bajo el epígrafe general de no lo hemos sabido explicar, de falta de piel, para los que dominen la jerga florianesca o de falta de pedagogía, para los más leídos. Subyace en todo ello una minusvaloración de la ciudadanía en tanto que se la supone sin capacidad para comprobar por sí misma -sin más explicaciones- el resultado de las políticas aplicadas por el PP en éste su período de gobierno con mayoría absoluta, pero lo que ocurre, sobre todo, es que es imposible "explicar" lo contrario de lo evidente, es decir, pretender que nunca existieron los recortes en servicios públicos, sanidad y educación o solventar la profundidad y extensión de la corrupción con dos frases hechas y mirando para otro lado; en resumen, si realmente en el PP se pusieran a la tarea de explicarlo todo, seguramente sería peor para ellos: alguno quedará que aún no se ha enterado.

miércoles, 1 de abril de 2015

Cosas

Cosa es una palabra que sirve para muchas cosas -como acabo de demostrar-  aunque sea bastante inconcreta. Sin embargo, esas deben ser las dos cualidades por las cuales el señor presidente del gobierno la utiliza tan a menudo: su polivalencia y su ambigüedad. Dos ejemplos: todo es falso salvo alguna cosa y, últimamente, después de los malos resultados del PP en las elecciones en Andalucía, es evidente que hay que corregir cosas.  En el primero, y por si no fuera suficientemente ambigua la cosa, se añade alguna, con lo cual es dificilísimo llegar a saber lo que es falso, pero todo parece que no; un lío. En el segundo, para que fuera evidente deberíamos conocer que cosas son esas, de lo contrario lo que sí es evidente es que nos quedamos sin saber qué es lo que hay que corregir (y mejor no indagar sobre quién, cómo y cuando deberían hacerlo).
Lástima que nadie le haya informado al señor Rajoy -él parece no haberse percatado- de que una utilización tan frecuente de esa palabra tan polisémica sea lo más parecido a no decir nada.