Insisto en mi idea de que las catástrofes no convierten a los individuos en una versión mejorada de sí mismos, simplemente actúan como un catalizador: quienes sean buenos serán mejores, los malos, peores, como en las novelas de Dickens. Relacionado con ésto, y por parecidos motivos, hemos conocido que durante la crisis económica y la actual pandemia la distribución de la renta en todo el planeta se ha radicalizado: hay más ricos y más -muchos más - pobres que antes de ellas.
Valga la propuesta Superliga de ejemplo; dado que la crisis de asistencia de público debida a la pandemia ha afectado de manera notable a la explotación económica del espectáculo de masas que constituye el fútbol, aquellos que prosperaban en ese negocio han decido no dejar de hacerlo inventando una fórmula basada en establecer una asociación entre los clubes (doce, de momento) más ricos y poderosos de Europa para jugar entre ellos una competición que les siga reportando los dividendos que ahora se resienten; evidentemente los clubes no incluídos en ese selecto grupo notarán, agudizado, el problema de la falta de ingresos debido a la falta de público: también aquí los ricos, pocos, sobrevivirán a costa del resto, la mayoría. La UEFA (Unión de Federaciones Europeas de Fútbol) ya se ha declarado contrario a este elitista proyecto, que considera cínico y producto de un modelo basado en el
interés propio de unos pocos clubes en un momento en que la sociedad
necesita más que nunca la solidaridad. Florentino Pérez, previsible presidente de esa Superliga ya ha dicho que vamos a
ayudar al fútbol a todos los niveles a ocupar el lugar que le
corresponde en el mundo. El fútbol es el único deporte global en el
mundo con más de 4.000 millones de seguidores y nuestra responsabilidad
como grandes clubes es responder a los deseos de los aficionados; vamos, que él lo hace por el fútbol y por los aficionados, no porque haya calculado de antemano el importe de beneficios a obtener para sí de cada uno de esos 4.000 millones de seguidores globles. Sí, este señor Pérez es el mismo señor Pérez dueño de la constructora ACS y beneficiario entre otros, del proyecto Castor, que continuaremos pagando todos los españoles -pese a su inexistencia y fiasco- hasta 2044; es Florentino Pérez, atento aplicador de la primera máxima del capitalismo de pelotazo: privatizar los beneficios y socializar las pérdidas. Y sí, es el mismo señor Pérez que ha modificado los estatutos del Real Madrid de tal modo que le ha permitido pasar de ser presidente (temporal, aunque instalado en el cargo todo lo que va de siglo) a prácticamente emperador (vitalicio) del Real Madrid: sólo puede optar a la presidencia alguien tan rico como él.