Sigo sin comprender como se puede uno acostar socilademócrata y levantarse liberal, declara la eurodiputada de Ciudadanos, Carolina Punset, en su carta abierta de despedida de ese partido. Desde luego, comprenderlo, ni ella ni nadie, aunque puede que su noche particular haya sido ligeramente larga: quizá un letargo de años; porque, desde un punto de vista formal -en realidad, la socialdemocracia de Ciudadanos siempre fue una entelequia para distraer al personal- su partido declaró en su IV Asamblea General, en Febrero de 2017, ser liberal, progresista, demócrata -sin la preposición social- y constitucionalista; sí, también previsibles entelequias, pero más polivalentes y políticamente correctas, ya que éstas denominaciones seguramente venden más que declararse conservador, reaccionario, dictatorial o anticonstitucionalista. Y en Ciudadanos, prácticamente todo es mercadotecnia, un partido en el que se hace realidad la frase de McLuhan: el medio es el mensaje (o el partido es el mensaje (del Ibex)).
Según la señora Punset, pasear banderas va contra el ADN de lo que fue aquél Ciudadanos al que yo me alisté cuando casi nadie lo conocía (creo que fué en 2014 cuando Carolina Punset abandonó UPyD -otra desilusión, seguramente- para alistarse en Ciudadanos, cuando este partido saltó de Cataluña a toda España); sí, todos idealizamos a la persona amada, como ya puntualizó detalladamente Ortega y Gasset en sus Estudios sobre el amor, al definir el enamoramiento como un estado inferior de espíritu, una especie de imbecilidad transitoria, pero lo cierto es que la ilusión de Ciudadanos ha sido para ella muy persistente: hace ya tiempo que demagógicos eslóganes popularistas -menos elaborados incluso que los populistas- la agitación de unos símbolos y banderas -y la denostación de otros símbolos y banderas- son la única esencia perceptible de Ciudadanos. En todo caso, si fuera posible extraer el ADN de un partido, seguramente también se desilusionaría con los resultados encontrados en Ciudadanos: una adecuada mezcla de neofascismo e intereses económicos, al que se añade el correspondiente a los imprescindibles genes de los tontos útiles.
Finaliza su carta la señora Punset declarando que su ex-partido pasó del No es No a Rajoy a ser el único partido que apuntaló su gobierno en una moción de censura más que necesaria, y en la que vió a su jefe -Albert Rivera- más enfadado y descolocado que al propio Rajoy; si la actuación anterior de Ciudadanos no había sido suficiente, ¿no fué ese momento en el que la señora Punset debería haberse desilusionado definitivamente sobre sus declaradas expectativas políticas respecto a Ciudadanos?; algunos compañeros de partido, bastante cercanos a ella, ya se dieron por enterados hace tiempo.
En fin, más vale tarde...
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