Parece que se va cumpliendo, punto por punto, el guión establecido; el
propio Luis Bárcenas -hablando de sí mismo en tercera persona- nos lo
confirma: Luis ha sido fuerte y, por consiguiente, espera que la
familia -el PP- cumpla con su parte del acuerdo y le permita salir de
la cárcel y disfrutar de lo suyo en libertad. Y ha añadido un mensaje
claro -tan claro que hasta los que no somos dirigentes del PP lo hemos entendido-: salvo lo que ya es conocido -la contabilidad en B del PP- no
voy a añadir de mi boca lo que todo el mundo sospecha (que esa
contabilidad paralela y oculta era paralela y oculta porque respondía a
unos procedimientos que igualmente eran paralelos respecto a la
legalidad y debían permanecer ocultos por idéntica razón). Es cierto que
sólo la constatación de lo primero, en cualquier país democrático,
hubiera dado lugar a la dimisión integral de toda la cúpula de un
partido político inmerso en tales prácticas fraudulentas, pero parece
que aquí todo consiste en aguantar el tirón veinte días y después todo
olvidado; aquí paz y después gloria. Tenemos lo que nos merecemos por
soportar tanta indecencia.
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