El ministro del Interior, señor Fernández Díaz (sí, ese al que parece
importarle más la muerte de un policía francés que la de un policía español) ha
manifestado a raíz de la masacre en Charlie Hebdo, en la que han muerto
doce personas, que supone un ataque a la esencia de la democracia: la
libertad de expresión. Y él, titular de un Ministerio que en cuanto a
la libertad de expresión promueve actualmente una legislación que nos
retrotrae a tiempos muy pretéritos, lo ha afirmado sin sonrojarse ni
tartamudear: para todo hay que valer. O quizá piense que hay asuntos
-como la democracia- que sólo son adecuados para países de régimen
republicano y laico pero no para el nuestro, monárquico y en el que se
concede la medalla del mérito policial a la Virgen del Amor Hermoso.
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