
Cartas (notas) prescindibles, reflexiones al hilo de lo que sucede (principalmente en España)....
viernes, 30 de abril de 2010
¡Anda, jaleo, jaleo!

viernes, 23 de abril de 2010
Normalidad

Mal fario

Entendiendo la crisis
Si tuviera que explicar a un chaval de hoy los juegos de mi infancia, debería emperzar por decirle que tenían dos características fundamentales. La primera es que, como no había consolas, teníamos que ser el avatar de nosotros mismos y jugar entre nosotros, generalmente en la calle. La segunda es que, aunque hubieran existido las consolas, la mayoría de nosotros no hubiéramos podido conseguirlas; nuestros juegos debían ser lo más baratos posible, por lo que la mayoría se basaban en lo único que siempre ha sido gratis: la imaginación. Recuerdo un juego que consistía en ir girando en corro alrededor de un grupo de sillas hasta que, a una señal, todo el mundo debía sentarse. La gracia estaba en que siempre había una silla menos que participantes y el que no se sentaba resultaba eliminado para el siguiente turno, para el que se retiraba una silla del grupo. Lógicamente, a cada turno, la posibilidad de sentarse disminuía hasta llegar al tenso final: una silla y dos participantes; el 50% para cada uno. Leo en El País de hoy un artículo de Marcos Peña -A propósito de Harpagón y de la crisis- en el que se menciona un dato que debe ser archiconocido: los activos financieros son el 340% de la economía real de bienes y servicios. Si no lo he entendido mal y estableciendo un paralelismo con el juego de las sillas, esto viene a ser como si con nuestros "activos" -dinero, títulos, hipotecas, acciones- estuvieramos dando vueltas a un grupo de sillas -la economía real- pero dándose la circunstancia de que no llega ni a una silla por cada tres personas. Por fin soy capaz de entender una posible causa de la crisis que padecemos: alguien, por sorpresa, hizo la señal de sentarse.
jueves, 22 de abril de 2010
Ilegal, además de injusto

Por otra parte, cualquier ley de amnistía, por muy loables que puedan ser sus intenciones, incurre, sin embargo, en el mismo defecto: intentar rehacer -sólo legalmente, claro- el pasado. Aún así, nuestra Ley 46/1977 de Amnistía hace referencia a actos de intencionalidad política, cualquiera que fuera su resultado, tipificados como delitos y faltas, no es admisible que entre estos actos puedan figurar los asesinatos ilegales -sin mediación de ningún tipo de juicio- sufridos en nuestra guerra civil por aquellos que, a día de hoy, continúan figurando como desaparecidos, aunque esté documentado su enterramiento en fosas comunes y cunetas.
Aunque es de todos sabido que una cosa son la leyes y otra la justicia, nada podrá cubrir nunca, ni siquiera legalmente, tal injusticia.
Equidad y eficacia

Sin embargo, para empezar, no creo que la eficacia del sistema, entendida ésta como la creación de gobiernos mayoritarios de cualquiera de los dos partidos centrales sea lo que más conviene a la ciudadanía de este país en la actualidad, ya que el bipartidismo efectivo generado durante estos treinta y cinco años no ha hecho más que propiciar, directamente, una partitocracia cuyo primer propósito parece ser convertir a la democracia en una mera apariencia formal, esclerotizada y vacía de contenido, e indirectamente, dentro de ella, la creación de un caldo de cultivo en el que políticos corruptos nacen, crecen y proliferan según nos enteramos a diario. Evidentemente, el actual sistema electoral español puede mejorar mucho en cuanto a equidad, lo diga quien lo diga: es una evidencia matemática. Y que democracias más consolidadas que la nuestra dispongan de sistemas menos equitativos que el nuestro no debería ser ningún consuelo. Pero es que incluso aceptando el concepto de eficacia del señor Wert, tampoco creo que el dilema planteado entre equidad y eficacia sea cierto. Si seguimos el ejemplo que nos propone, con base en los resultados de las elecciones de 2008 (mismo número de diputados pero considerando una circunscripción nacional única), no es cierto que sólo se gane algo de equidad en los márgenes del sistema. No es irrelevante que, en esa hipótesis, tanto PP como PSOE perdieran 8 diputados, mientras UPyD hubiera ganado 4 e IU 12. ¿Que hubiera ocurrido en ese escenario?. Parece probable que el PSOE se hubiera planteado una alianza de legislatura con IU, representado a doce millones de ciudadanos, un millón más que en la actualidad (es decir, un gobierno mayoritario y más representativo), donde el PSOE depende, alternativamente, de los votos de CiU o PNV, ya que aunque totalizaron un millón de votos entre ambos (aproximadamente los mismos que IU) disponen en la Cámara de un total de 17 diputados, cuando a IU, el sistema vigente sólo le ha adjudicado 2. Y no por su marginalidad y su difuso apoyo electoral -igual de difuso que el de los dos partidos mayoritarios- si no debido al procedimiento de asignación de escaños -el método D'Hont- dentro de cada provincia.
Afirma el señor Wert que sería inimaginable que un sistema que ha superado los 30 años de vida no responda a los intereses de los dos principales partidos. Coincido con él en éste caso: a sus intereses.
jueves, 15 de abril de 2010
¿Quien se equivocó?

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