La solidez es siempre un valor en alza en tiempos de crisis. Así, el Papa, que hace nada reconocía que había ciertas regiones -identificables claramente con el "primer mundo"- en las cuales la fe se debilita hasta llegar a extinguirse y pensando seguramente en los descreídos de esas regiones que ahora tiemblan por sus ahorros ha dicho, arrimando el ascua a su divina sardina, que sólo la palabra de Dios es una realidad sólida. Solidez inmaterial y teológica, supongo. Porque, en caso contrario, sería un proceso físico más (sublimación regresiva) a añadir a los que ya ha producido la crisis económica: sublimación (volatilización de activos) y evaporación (falta de liquidez). Y bien pudiera ser, que a esta crisis no la detienen ni la física ni la metafísica.
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