miércoles, 11 de enero de 2012

La pantomima en que vivimos

Así pues, el presidente del gobierno al fin se ha manifestado para informarnos de que el día 27 de Diciembre -si se descuida un día, podríamos haber creído que se trataba de una inocentada con efectos retroactivos- se enteró de que el déficit del Estado era mayor de lo que creía y que por lo tanto se ha visto obligado a subir el impuesto sobre el IRPF- para ser justo y equitativo- haciendo lo que hace sólo unos días decía que nunca haría, perpetrando el primer donde dije digo, digo Diego.
Y no es sólo el hecho de que el argumento para justificar tal subida de impuestos sea de una desfachatez impresionante -todo el PP en campaña aseguraba que el déficit era mayor que el admitido por el gobierno de entonces y su principal causa es la desviación presupuestaria de las CC.AA., la mayoría gobernadas por el PP- si no que el presidente del gobierno se sienta tan poco atado a sus convicciones de siempre y ahora que hay que gobernar aplicándolas, haga justo lo contrario que dijo que había que hacer en los pocos aspectos que definió que era lo que había que hacer. ¿Debemos suponer que todos los votantes del PP en las pasadas elecciones están de acuerdo con esta subida de impuestos? y ¿que pueden hacer en el caso de no estar de acuerdo?, ¿retirar su voto?.
Mientras los programas electorales no alcancen la categoría de contrato social, con especificaciones y consecuencias claras y previstas de antemano en caso de incumplimiento, la democracia no dejará de ser un gigantesco guiñol. De graves consecuencias para muchos ciudadanos, pero pantomima al fin.

lunes, 9 de enero de 2012

Chiquitesco

Ya comprendo que es sobre todo cuestión de imagen, pero la imagen -nos guste o no- hoy importa bastante. Siempre ha importado, pero hoy, gracias a las tecnologías de la comunicación importa más. Es algo similar a lo que en economía parece que ocurre con la confianza: no se puede medir ni nadie sabe como se origina -en el PP tampoco, por mucho que nos lo vendieran en su campaña electoral- pero la confianza dicen que es la base de los negocios y, por tanto, de la economía.
Todo este preámbulo es para decir que a mí, el señor Luis de Guindos no me inspira ninguna confianza, y no ya sólo porque sea un ex-directivo de Lehman-Brothers -doy por descontada la orientación ideológica de un ministro de Economía del PP- si no por que con esa cara chiquitesca -y calzadesca- parece que más bien va a soltar una pantomima peripatética que ejercer de economista. Seguramente acabará haciendo lo que todos sus predecesores -de un partido u otro- en el cargo, o sea, lo que dicten los mercados,  pero, francamente, del señor de Guindos no espero más que nuevas "guarreridas españolas" perpetradas contra nuestros "diodenos vaginales". O así.

Un pilar menos

Incluso desde el  PP se referían -según una expresión que hizo fortuna- a la Ley de Dependencia como el cuarto pilar del Estado del bienestar. Sin embargo, ha sido llegar al poder para que el PP, por boca de su presidente y actual presidente del gobierno estime que "no es viable",  es decir, que la mesa continuará con tres patas -sanidad, educación y pensiones-, que todo el mundo sabe que una mesa de tres patas no cojea, aunque pueda estar desnivelada. Creo que las medidas pospuestas por el PP -seguramente hasta después las elecciones en Andalucia- para este país seguramente pasen por establecer una minimalista mesita baja de tres patas -a la japonesa-, si no es que acabamos -los que utilizamos los servicios públicos y nos descuentan el IRPF por rentas del trabajo, me refiero- comiendo en el suelo. 


Jodidos pero contentos (2)

Lo más molesto -para mí, al menos- de la situación socio-económica actual, es que se nos presenten como inevitables las medidas que los gobiernos europeos imponen con una evidente injusticia e inequidad a sus sufridos ciudadanos, comenzando siempre por los más débiles; una inevitabilidad que parece venir dada por una Verdad revelada solo a los gobernantes por un dios misterioso y omnisciente, aunque todos sospechemos vehementemente que quien está ejerciendo ese papel de ente todopoderoso es el gran capital.
En este país, además, a la hora de recibir la notificación del recorte diario, tenemos que soportar del actual gobierno un tufillo pastoral -en ambos sentidos, religioso y ganadero- que supongo que pretende hacernos sentir a partes iguales feligreses y borregos, con la vicepresidenta ejerciendo de madre abadesa y el presidente ocupado en recibir las tablas de la ley por fascículos. Pero eso sí, felices, tal y como nos prometió el mismo Mariano Rajoy en su campaña electoral; o sea, que quien no pueda sentirse feligrés penitente o borrego ignorante, siempre le quedará estar como manda la tradición de este país: jodido pero contento.

lunes, 2 de enero de 2012

En tierra de nadie

Cuando fué presidente del gobierno, Azar nos aseguraba que España iba bien. Fátima Báñez como ministra del gobierno de Rajoy nos asegura que España está en ruina económica y social. Dejando aparte el hecho que España y los españoles no parecen ser la misma cosa, creo que ambas afirmaciones son falsas: ni España iba tan bien como nos aseguraba Aznar ni hoy va tan mal como nos asegura la ministra de trabajo (por cierto no el de Economía ni el de Hacienda, que supongo que algo opinarán al respecto). 
Lo cierto es que gobiernos del PP y del PSOE perdieron la oportunidad histórica de aprovechar los fondos europeos que llegaron a España en la época de vacas gordas para transformar realmente el modelo económico, energético  y productivo de este país de forma que dejara de depender del turismo como fuente casi exclusiva de ingresos. Hoy estamos, como estábamos, a merced de cambios en el ciclo económico mundial, sin el contrapeso eficaz de alternativas económicas sólidas y sostenibles, sin auténticas políticas de estado al respecto. 
Lo verdaderamente malo de nuestra situación es que no podemos competir -y cada vez menos, si recortamos la inversión en investigación-  con los países que añaden valor  tecnológico a sus productos ni nunca podremos -como pretende una de las clases empesariales más casposas del primer mundo- competir con la baratura de la mano de obra del tercer mundo, salvo que queramos descender de categoría.


http://elpais.com/diario/2012/01/04/opinion/1325631607_850215.html