domingo, 17 de noviembre de 2024

Tres avisos


El primer aviso que usualmente todos recibimos sobre lo transitorio y precario que es el teatro de guiñol que habitamos es consecuencia de la muerte de nuestro padres (y, a poco extensa que sea nuestra familia, antes o después, de nuestros tíos); es la inequívoca advertencia de que ya dejamos de estar en la reserva y se nos coloca en primera línea en el frente de la vida.

El segundo aviso proviene de los caídos a ambos lados en ese frente: hermanos, primos, amigos, abandonan igualmente el escenario una vez interpretado el papel que a cada uno le ha correspondido; algunos se sorprenden de lo temprano de su llegada y bastantes cambian desde entonces sus presupuestos vitales, pero la mayoría suele entender que lo vivido desde entonces es tiempo de descuento, una gracia.

Es cierto que hay excepciones a esta regla general que suelen ser tanto o más dolorosas para los allegados que para los sentenciados a un abandono precipitado sin recibir los dos avisos regulares. Y todos recuerdan lo sorprendente e injusto de que esos avisos no se produjeran, porque es cierto que algo de traidor tiene quien no avisa; pero accidentes, enfermedades de fulminante desenlace, pandemias, etc. son todas ellas eventualidades a las cuales ha de someterse la naturaleza humana.

Y los demás, a esperar el tercero y fatal aviso. Que muchas veces ni llega a oírse, pero que si se oye dicen que es peor. 

jueves, 7 de noviembre de 2024

Democracia y abstención.

Los mismos perros con distintos collares; el partido demócrata ha perdido las elecciones en EE.UU. ¿porqué?; fundamentalmente por la constatación de la profunda veracidad del dicho popular que acabo de recordar. El truco democrático -falsamente democrático- de ofrecer dos alternativas supuestamente  contrapuestas acaba perdiendo efectividad como tal truco al comprobar que esa suposición no tiene base y es un puro fraude; el sistema se basa en elegir entre las dos caras de una misma moneda. En este sentido, creo que el porcentaje de abstención en unas elecciones revela, principalmente, la cantidad de posibles votantes que son conscientes de ese fraude y, por consiguiente, se abstienen de participar en la farsa por considerar que su voto -como todos, incluidos los efectivos- es irrelevante. Todo en aras de una supuesta estabilidad y centralidad que son sólo eso: un supuesto histórico de la que se supone -otro supuesto, también- que es la primera democracia del mundo.

Y como esa -la abstención- es la clave del funcionamiento del sistema -democracia, lo llaman- es por lo que el porcentaje de abstención no suele ser un dato se se muestre como uno de los principales a considerar al ofrecer información sobre las elecciones: me ha costado un buen rato hallar en la web datos sobre la abstención en las recientes elecciones en EE.UU.(cualquiera puede hacer el intento para comprobarlo) y, en muchos de los sitios que ofrecen análisis y resultados electorales, es un dato inexistente. Concretando: en 2020 la participación en las elecciones de EE.UU. fue del 66,8% de los votantes (históricamente este porcentaje oscila entre el 50% y el 60%), en 2024 -finalmente conseguí el dato aquí- ha sido del 55% (20 millones de votantes menos que en 2020).

Sin olvidar que la democracia plena (aunque fatigada) vigente en España es un mero calco -bipartidismo incluído- del sistema exportado -o impuesto- por EE.UU. a España y que aquí se implementó mediante la Transición del 78. También en busca de una estabilidad y centralidad que, con toda probabilidad, nunca existieron antes y menos existen ahora.