lunes, 29 de agosto de 2022

Uno, dos, tres...

Inolvidable, como muchas de las películas de Billy Wilder; el prototípico vendedor americano encarnado por James Cagney llevando la buena nueva del capitalismo total a todos aquellos seres desgraciados del segundo mundo -a los que les era temido y desconocido a partes iguales- en forma de refresco de cola. Y esa genial reutilización/recuerdo de comisarios soviéticos por parte de Billy Wilder inspirados en otra película genial: Ninotchka, de su maestro Lubistsch, en cuyo guión él mismo ya había participado. Pero vamos, al modo del enérgico Cagney, a enumerar:

Uno; el capitalismo; ese sistema que, inventado hace dos siglos para fomentar el progreso (material, y sólo de una minoría) con el requerimiento inexcusable de su propia y virulenta multiplicación ilimitada, pero basándose en los recursos limitados del planeta: un vicio de origen que, además de las desigualdades sociales producidas, propias del sistema, nos ha llevado actualmente a una acuciante e insostenible situación medioambiental a nivel mundial. Esto es así incluso en el antiguo segundo mundo que se opuso al capitalismo durante tres cuartos de siglo.

Dos; la política; esa primera capa del guiñol destinado a mantener vigente y como alternativa única al capitalismo : los políticos son agentes de mediación social encargados -según un antiguo aforismo- de obtener el voto de los pobres y el dinero de los ricos con el pretexto de defender a los unos de los otros. Sus herramientas son todas aquellas necesarias para mantener a los privilegiados separados y a salvo del resto de la población y varían en función de las caracterísiticas sociales concretas de cada país; las primarias empleadas en esa salvaguarda son el hambre, la enfermedad, la guerra, la muerte, etc.

Tres; la democracia; esta segunda capa del guiñol universal está sólo disponible en la panoplia política del primer mundo, su finalidad principal es engañar a la población haciéndola creer que es ella misma la que decide y que el capitalismo es su decisión. En teoría es una forma avanzada y compleja de política pero, en realidad, lo único que requiere es la utilización masiva de desinformación y propaganda para su correcto funcionamiento; por lo demás es como la política del punto anterior, salvo que usualmente empleando otras herramientas que las primarias utilizadas en la política en general, aunque éstas también pueden usarse ocasionalmente en democracia, de ser necesarias.

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