Parece que, en la campaña por las elecciones andaluzas del próximo 2 de Diciembre, en Vox creen que en Andalucía se iniciará una reconquista para dar voz a los españoles, así lo ha proclamado enardecido el líder de esa formación política; sí, la reconquista esta vez desde el sur, que sería algo así como los miembros de Vox propagándose por toda España en forma de ola divina de forma que, a su mágico contacto, se revertiría la mudez de todos los españoles al norte de Despeñaperros (de ahí la marca Vox, supongo). De momento, visto que sería un viaje largo -otra Cruzada- y por si lo de la mágica ola no funciona, van preparando la caballería tirando del grueso de señoritos andaluces que, por un rato, han vuelto a la tradición, aparcando el Land Rover.
No me voy molestar en comentar tal ocurrencia electoralista en los adecuados términos socio-históricos, pero sí en reseñar el lenguaje agresivo al que está recurriendo cada vez más la derecha de este país (en línea con otros neofascismos europeos): puedo recordar, por ejemplo, el nada sutil a por ellos con que esa derecha jaleó a las fuerzas y cuerpos de seguridad desplazadas a Cataluña con motivo de la consulta del 1 de Octubre del pasado año; el esquema es antiguo -en aplicación de varios de los principios (1, 5 y 11) de la propaganda- pero muy eficaz al estar diseñado a la medida de las mentes a las que va dirigido: simple y simplificador. Todo el argumentario en que se basa el discurso de Santiago Abascal -ese chico lleno de cualidades- se basa en referencias explícitas a la confrontación agresiva: resistencia y lucha por España; no tenemos que tener miedo a nada ni a nadie; España, Andalucía y Sevilla se han puesto en pie para reclamar la voz
que han querido callar, reprochando incluso a los flojos, a la derechita cobarde, haber sido el mayor cómplice de quienes querían acabar con España; nada muy alejado del argumentario falangista de los años 30. Y para salvar a España -y, de nuevo, aún contra su voluntad, a los españoles de sí mismos- todo le sirve: los jóvenes para que estén orgullosos de la bandera y del himno; los
pensionistas tras una vida de esfuerzo y sacrificio; los funcionarios
de la Junta para hacer un trabajo útil; los inmigrantes como tierra
solidaria y de acogida que somos (ésto último como cortina de humo políticamente correcta y desorientadora; es conocida la postura de Vox respecto a la inmigración). También ha utilizado una imagen gráfica más explícita: según Santiago Abascal nos esperan con la escopeta cargada (lo cual supongo que creerá que le legitima para llevar la suya cargada; el líder de Vox ha reconocido reiteradamente que porta habitualmente un arma, y no de forma metafórica).
Es conocido que en cualquier acondicionamiento de una persona para la guerra, se comienza siempre por el lenguaje, procurando despersonalizar, alejar y excluir al señalado y reconocido como enemigo: luego resulta más fácil subir el siguiente escalón y pasar de las palabras a los hechos; no es una ocurrencia mía, ha sido así siempre. Y no tenemos más que repasar la historia reciente de este país.
Es conocido que en cualquier acondicionamiento de una persona para la guerra, se comienza siempre por el lenguaje, procurando despersonalizar, alejar y excluir al señalado y reconocido como enemigo: luego resulta más fácil subir el siguiente escalón y pasar de las palabras a los hechos; no es una ocurrencia mía, ha sido así siempre. Y no tenemos más que repasar la historia reciente de este país.