En
el caso del Prestige, cuyo hundimiento tuvo como consecuencia la
contaminación de 1.600 kilómetros de costa y unos daños materiales
estimados de más de 4.000 millones de euros, supongamos. Supongamos que
los previsibles paganos de la factura -armadores, compañías
propietarias y aseguradoras, empresas encargadas de la inspección del buque, etc.- se
reúnen y deciden minimizar daños destinando una cantidad de 1.000
millones de euros -la cuarta parte de esa factura- a distribuir entre
quienes tienen alguna parte en el papel de decidir que esa factura debe
pagarse -responsables políticos, la administración, la justicia, los
medios de comunicación como creadores de opinión, etc.- ¿que ocurriría?.
Mil millones de euros dan para mucho.
Curiosamente
-y sin ser proclive a teorías conspiranoicas- esta suposición casa muy
bien con el resultado del asunto: no hay ningún responsable, y por tanto
nadie pagará la factura; quiero decir, aparte de quien ya ha pagado, paga, y pagará: todos nosotros. Pero ya digo, es un suponer.
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