Es notable la asimetría en el tiempo que emplea la clase
política en resolver problemas y promulgar leyes, dependiendo de quién
tenga interés en su resolución. No deja de sorprenderme que se pueda
modificar la Constitución en una tarde o desmontar servicios públicos de
hoy para mañana supuestamente para ajustar
las cuentas del Estado y por contra sea tan difícil solventar por ley los fraudes a preferentistas que lo eran sin saberlo o garantizar de forma efectiva
derechos ciudadanos que también están -todavía- en la Constitución como
son los esenciales, a un trabajo y una vivienda dignos.
La
última de las rápidas ha sido la denominada Ley de Seguridad Ciudadana
que no parece que pretenda lo que sugiere su nombre o quizá lo hemos
interpretado mal: no es que se pretenda proteger la seguridad de los
ciudadanos, si no la seguridad de las castas dirigentes ante ellos, de ésta forma a los ciudadanos se les privará -incluso- del derecho a manifestar sus
injustas carencias. Que pobres y parados gritando su frustración y su
rabia deslucen mucho la asombrosa recuperación económica anunciada por
el gobierno.
http://elpais.com/elpais/2013/11/23/opinion/1385221202_500454.html
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