lunes, 15 de julio de 2013

Estraperlo

En 1935, el escándalo del estraperlo (una ruleta tramposa de cuya concesión administrativa el presidente del gobierno y del Partido Radical, Alejandro Lerroux, se había reservado para sí mismo un porcentaje) finalizó con la dimisión del propio presidente del gobierno. El asunto se había debatido en las Cortes y una comisión parlamentaria -parece que entonces servían de algo- concluyó que habían existido actuaciones que no se ajustaron a la austeridad y a la ética que en la gestión de los negocios públicos se suponen.
Hoy, cuando parece que hay partidos que se financian con mordidas a empresarios y constructores -e incluso es conocido que esa mordida suele ajustarse a un 3% de promedio- , cuando las finanzas del partido en el gobierno las llevaba un gerente y/o tesorero que manejaba cuentas multimillonarias en el extranjero y parece -también-  que la cúpula dirigente de ese partido ha estado cobrando en negro sustanciosos sobresueldos durante años, cuando la corrupción y el despilfarro de esos y otros gobernantes lo hemos acabado pagando entre todos; hoy, cuando la austeridad y la ética en los asuntos públicos parece algo anecdótico -por excepcional- el caso del estraperlo y sus protagonistas inspiran incluso ternura: una estafa de rateros de poca monta comparada con los casos de corrupción institucionalizada de la que nos enteramos a diario por los medios. Y, según el presidente del gobierno, aquí no pasa nada, y si pasa no importa. Y lo de la dimisión seguramente ni se lo ha planteado.

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