Parece ser que para conformar una sonrisa entran en juego nada menos que 17 músculos de la cara. También parece que además de placer, un sonrisa puede indicar una reacción instintiva e involuntaria ante otras emociones o estados anímicos tal como la ansiedad, la ira o la ironía y que una sonrisa hace que el el cerebro produzca endorfinas que reducen el dolor físico y emocional, proporcionando un analgésico natural al ser humano.
Hasta ahora yo atribuía la sonrisa de los políticos cuando anunciaban drásticos recortes de servicios públicos o la subida de la prima de riesgo española a imbecilidad profunda, pero ahora ya lo voy entendiendo: están estresados y quieren estimular su producción de endorfinas porque sufren mucho. Sería conveniente hacer extensivo este anestésico a la ciudadanía -es barato y reduciríamos la factura farmacéutica- promoviendo una campaña para que los afectados por los mencionados recortes, los parados, los pensionistas, etc. practiquen la sonrisa un par de horas al día. Además, que recuerde el señor presidente del gobierno que prometió devolver la felicidad a los españoles. Aunque no sé si esto entrará en la categoría de las promesas a cumplir o en la otra (la habitual).
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