I
Así pues el presidente del Consejo General del Poder Judicial no considera necesario ni conveniente explicarse ni mucho menos dimitir como consecuencia de la denuncia del vocal de ese mismo órgano, el fiscal Gómez Benítez, a causa de los viajes del señor Dívar a Puerto Banús, donde pernoctó y cenó a cargo al erario público en hoteles de lujo. Algunos vocales de ese mismo Consejo, incluso han exigido la dimisión del propio Gómez Benítez por “la campaña de desprestigio y confusión” que ha ocasionado un deterioro de la imagen del CGPJ como institución. En línea con ese argumento supongo que hubiera sido mucho mejor no conocer los hechos para que el señor Dívar hubiera continuado con sus lúdicas actividades con cargo al dinero público, a la vez que el prestigio -lo que quede- del CGPJ se mantenía intacto: ojos que no ven, corazón que no siente. Entretanto, el señor Dívar podría haber continuado sobrevolando por encima del bien y del mal, inmune y ajeno a las polémicas que sus actuaciones desaten en estos tiempos de precariedad para la mayoría. Él mismo afirmó en su día que la única y verdadera Justicia es la de Cristo; pues eso, que venga Dios y lo vea.
II
Tiene razón el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar, en calificar de "miseria" sus gastos de alojamiento y manutención con ocasión de sus viajes de fin de semana a Puerto Banús: qué son dieciocho mil y pico euros comparados con las indemnizaciones millonarias de presidentes de instituciones bancarias cuando se acogen a su retiro después de haber quebrado Cajas y Bancos; con dieciocho mil euros a repartir entre los cinco millones y medio de parados de este país no llegarían ni a un céntimo cada uno.
Pero el señor Dívar -precisamente él, y por razón de su cargo y profesión- debería saber que se trata de distinguir entre el fuero y el huevo. Que es lo que supongo que el fiscal Gómez Benítez habrá tenido presente al juzgar denunciable el comportamiento del presidente del CGPJ al cargar éste sus gastos de viaje al erario público: no es es cuanto si no el qué y cómo; no es el huevo, es el fuero.
Así pues el presidente del Consejo General del Poder Judicial no considera necesario ni conveniente explicarse ni mucho menos dimitir como consecuencia de la denuncia del vocal de ese mismo órgano, el fiscal Gómez Benítez, a causa de los viajes del señor Dívar a Puerto Banús, donde pernoctó y cenó a cargo al erario público en hoteles de lujo. Algunos vocales de ese mismo Consejo, incluso han exigido la dimisión del propio Gómez Benítez por “la campaña de desprestigio y confusión” que ha ocasionado un deterioro de la imagen del CGPJ como institución. En línea con ese argumento supongo que hubiera sido mucho mejor no conocer los hechos para que el señor Dívar hubiera continuado con sus lúdicas actividades con cargo al dinero público, a la vez que el prestigio -lo que quede- del CGPJ se mantenía intacto: ojos que no ven, corazón que no siente. Entretanto, el señor Dívar podría haber continuado sobrevolando por encima del bien y del mal, inmune y ajeno a las polémicas que sus actuaciones desaten en estos tiempos de precariedad para la mayoría. Él mismo afirmó en su día que la única y verdadera Justicia es la de Cristo; pues eso, que venga Dios y lo vea.
II
Tiene razón el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar, en calificar de "miseria" sus gastos de alojamiento y manutención con ocasión de sus viajes de fin de semana a Puerto Banús: qué son dieciocho mil y pico euros comparados con las indemnizaciones millonarias de presidentes de instituciones bancarias cuando se acogen a su retiro después de haber quebrado Cajas y Bancos; con dieciocho mil euros a repartir entre los cinco millones y medio de parados de este país no llegarían ni a un céntimo cada uno.
Pero el señor Dívar -precisamente él, y por razón de su cargo y profesión- debería saber que se trata de distinguir entre el fuero y el huevo. Que es lo que supongo que el fiscal Gómez Benítez habrá tenido presente al juzgar denunciable el comportamiento del presidente del CGPJ al cargar éste sus gastos de viaje al erario público: no es es cuanto si no el qué y cómo; no es el huevo, es el fuero.