Como muchos otros españoles llevo ya un tiempo -unos años, para ser más
exacto- preguntándome si la corrupción en este país afecta a un pequeño
porcentaje de los integrantes de las clases política y económica o, por
el contrario, es algo generalizado, un "sistema" mediante el cual la
mayoría de nosostros hemos sido estafados en beneficio de unos pocos.
Cierto que las noticas buenas casi nunca son noticia y que las malas, por tanto, resultan ser las únicas que ocupan todo el espacio -como ocurre con los gases- pero dada la abundacia y variedad de casos de corrupción con los que nos desayunamos a diario, no creer en la segunda de las hipótesis -un sistema corrupto en sí mismo- sería no querer ver la realidad, y por ello resulta patético ver y oir al presidente del gobierno intentando convencernos -o convencerse, no sé- de lo contrario y pasando de puntillas por los casos de corrupción refiriéndose ambiguamente a ellos como unas pocas cosas, esa persona que usted menciona ó todo es falso salvo alguna cosa.
Cierto que las noticas buenas casi nunca son noticia y que las malas, por tanto, resultan ser las únicas que ocupan todo el espacio -como ocurre con los gases- pero dada la abundacia y variedad de casos de corrupción con los que nos desayunamos a diario, no creer en la segunda de las hipótesis -un sistema corrupto en sí mismo- sería no querer ver la realidad, y por ello resulta patético ver y oir al presidente del gobierno intentando convencernos -o convencerse, no sé- de lo contrario y pasando de puntillas por los casos de corrupción refiriéndose ambiguamente a ellos como unas pocas cosas, esa persona que usted menciona ó todo es falso salvo alguna cosa.
Que, a veces, tengo una pesadilla en la que
el presidente del gobierno, reencarnado en Marx -Groucho- me interroga
vehemente: ¿a quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?. Al
despertar no me queda otro remedio que continuar utilizando mis propios
ojos y oídos para que el caso de corrupción de turno me sitúe en la
realidad de forma instantánea.