Hace pocos días (22-01-2009) en El País, José R. Ayaso señalaba con acierto -y conocimiento- cómo los medios de comunicación confunden de continuo los términos hebreo, judío, israelí y sionista y matizaba igualmente el significado de la palabra antisemitismo y su utilización indiscriminada; sobre todo por parte de representantes de Israel ante las protestas y manifestaciones ciudadanas por los recientes acontecimientos en Gaza.
Unos días más tarde (4-02-2009), Enrique Krauze, tambíén desde las páginas de El País, aún reconociendo que criticar la reciente ofensiva israelí en Gaza no supone albergar prejuicios antisemitas, entra a exponer un argumentario del que deduce, como corolario, que en el alma de algunos españoles persiste soterrado e inconfesable, según sus palabras, el prejuicio antisemita. No tan soterrado e inconfesable, si son ciertos los datos que él mismo aporta de algunas encuestas referidas a España. Y ese aumento de judeofobia (término que el escritor y filósofo judío Gustavo Perednik considera más apropiado que el de antisemitsmo) en España seguramente responderá a algún motivo, ¿cual cree el señor Krauze que podrá ser?.
El Holocausto no debe suponer justificación para el abuso de la fuerza, ni el haber sido víctimas de la injusticia y el exterminio deben justificar su práctica en el rol opuesto, el de verdugos, aunque las víctimas sean menos de 6 millones. Entre los violadores existe un porcentaje significativo de personas que sufrieron abusos en su infancia, que fueron violadas. ¿Sería ésta una circunstancia eximente de sus delitos?. Y sobre la diferencia de sentido, es decir, que Israel nunca ha pretendido ni pretende el exterminio de la totalidad del pueblo palestino, pudiera deberse más a su imposibilidad práctica -como la Historia demostró en su caso- que a su deseo (¿soterrado e inconfesable?).
Por el camino, el señor Kreuze, intentando llevarnos a su terreno, teoriza sobre la posibilidad de que los islamistas radicales intentaran recobrar el territorio de Al Andalus después de siete siglos y se hace la pregunta retórica: ¿que haría España?. Pues, seguramente, lo mismo que los palestinos han hecho -con menos medios de los que nosotros tendríamos en ese hipotético caso- cuando sionistas internacionales consiguieron, veinte siglos después y con el pretexto teológico (en sus palabras) de recobrar la Tierra Prometida, instalarse en Palestina y crear un Estado judío. Es decir, defender nuestros derechos sobre la tierra que es nuestra hoy.
El Holocausto no debe suponer justificación para el abuso de la fuerza, ni el haber sido víctimas de la injusticia y el exterminio deben justificar su práctica en el rol opuesto, el de verdugos, aunque las víctimas sean menos de 6 millones. Entre los violadores existe un porcentaje significativo de personas que sufrieron abusos en su infancia, que fueron violadas. ¿Sería ésta una circunstancia eximente de sus delitos?. Y sobre la diferencia de sentido, es decir, que Israel nunca ha pretendido ni pretende el exterminio de la totalidad del pueblo palestino, pudiera deberse más a su imposibilidad práctica -como la Historia demostró en su caso- que a su deseo (¿soterrado e inconfesable?).
Por el camino, el señor Kreuze, intentando llevarnos a su terreno, teoriza sobre la posibilidad de que los islamistas radicales intentaran recobrar el territorio de Al Andalus después de siete siglos y se hace la pregunta retórica: ¿que haría España?. Pues, seguramente, lo mismo que los palestinos han hecho -con menos medios de los que nosotros tendríamos en ese hipotético caso- cuando sionistas internacionales consiguieron, veinte siglos después y con el pretexto teológico (en sus palabras) de recobrar la Tierra Prometida, instalarse en Palestina y crear un Estado judío. Es decir, defender nuestros derechos sobre la tierra que es nuestra hoy.
http://elpais.com/diario/2009/01/22/opinion/1232578805_850215.html
http://elpais.com/diario/2009/02/04/opinion/1233702017_850215.html
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