Está más que comprobado que el hecho inevitable de morir mejora muchísimo a las personas -sobre todo a las públicas- en este país. No sé si será por compensar el reconocimiento que en vida les regateamos o simple consecuencia de nuestro carácter extremoso y pasional. En lo referente a la figura de Leopoldo Calvo-Sotelo se ha añadido -al parecer- el que no existiera protocolo oficial sobre cómo tratar el óbito de un ex-presidente del gobierno.
En todo caso, el etnocentrismo propio de la clase política tiende a hacer que ellos -los políticos- se vean a sí mismos como inagotable manantial de salvadores de la patria. Sin duda Calvo-Sotelo asumió riesgos y tomó decisiones políticas que nos beneficiaron a todos. Seguramente se equivocó en otras. Ambas deberían ser asumidas por todos y merecer nuestro respeto si respondieron a su interés por salvaguardar los intereses de España.
Pero puestos a desarrollar emotivos panegíricos y por si existiera algún déficit de fechas conmemorativas -que parece que no- echo en falta algún día del año dedicado al recuerdo y homenaje del ciudadano de a pie de este país. Ese ciudadano que -por hablar de nuestra historia reciente- salió a la calle con posterioridad al 23-F o el 11-M, el que se manifestó contra la guerra de Irak o el desastre del Prestige, el que numerosas veces se ha manifestado contra el terrorismo de ETA o que el 14 de Diciembre de 1988 protagonizó una huelga general. Ese mismo ciudadano que a diario y año tras año ha contribuido -además de lo anterior- con su parte del trabajo de levantar este país. Porque de él es, realmente, buena parte del mérito de lo que hoy somos. Y sin recibir funerales de Estado a su muerte.
En todo caso, el etnocentrismo propio de la clase política tiende a hacer que ellos -los políticos- se vean a sí mismos como inagotable manantial de salvadores de la patria. Sin duda Calvo-Sotelo asumió riesgos y tomó decisiones políticas que nos beneficiaron a todos. Seguramente se equivocó en otras. Ambas deberían ser asumidas por todos y merecer nuestro respeto si respondieron a su interés por salvaguardar los intereses de España.
Pero puestos a desarrollar emotivos panegíricos y por si existiera algún déficit de fechas conmemorativas -que parece que no- echo en falta algún día del año dedicado al recuerdo y homenaje del ciudadano de a pie de este país. Ese ciudadano que -por hablar de nuestra historia reciente- salió a la calle con posterioridad al 23-F o el 11-M, el que se manifestó contra la guerra de Irak o el desastre del Prestige, el que numerosas veces se ha manifestado contra el terrorismo de ETA o que el 14 de Diciembre de 1988 protagonizó una huelga general. Ese mismo ciudadano que a diario y año tras año ha contribuido -además de lo anterior- con su parte del trabajo de levantar este país. Porque de él es, realmente, buena parte del mérito de lo que hoy somos. Y sin recibir funerales de Estado a su muerte.