Antes malsines, ahora patosos; decididamente Francisco Rico no escatima adjetivos, sobre todo para aquellos que no opinan como él o señalan falsedades manifiestas en su autodenominado -benévolamente- articulillo Teoría y realidad de la ley contra el fumador. En todo caso, convendría saber -antes de entrar en polémicas- si la carta que hoy en El País dirige a la sección de Cartas al Director la firma él o su "alter ego" literario, en función de las pretendidas explicaciones que ha manifestado a la Defensora del Lector y que ésta describe en La impostura de un fumador. Tendría poco sentido oponer razones sobre los nocivos efectos del tabaco en la salud -que evidentemente abundan- a un desquiciado y prepotente lingüista -quiero decir, al personaje literario que estaría utilizando su firma- y que, además, opina sobre lo que realmente desconoce.
P.S. Por si fuera el propio señor Rico quien requiriera de contestación, los autores del estudio que tan convencidito lo tiene -y el único que menciona- son Jerome Adda y Francesca Cornaglia (no Roncaglia, ¡ay!, estos lingüistas). Elude el señor Rico mencionar una de las conclusiones de ese estudio: las prohibiciones afectan de forma muy distinta a los integrantes de según qué estrato socio-económico, esto es, las prohibiciones de fumar tienen el efecto perverso de aumentar la exposición de los fumadores pasivos -niños en su mayoría- más pobres, mientras que disminuye la exposición de los más ricos. Y, a esos efectos, tanto da medir la cotinina como la nicotina.
Cartas (notas) prescindibles, reflexiones al hilo de lo que sucede (principalmente en España)....
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