Situado en el centro geométrico exacto entre la socialdemocracia y el liberalismo furibundo, el señor Lassalle nos lanza -desde la tribuna de El País- una más de sus píldoras neoliberales intentando demostrar que el liberalismo no tiene la culpa de esta crisis, es más, que aplicando más liberalismo -del bueno y centrado como el suyo, claro- saldríamos antes de ella. La utilización de argumentos y antecedentes apoyados en una larga lista de virtuosos liberales resulta -como Juan M. Seoane señalaba ayer acertadamente en la sección de Cartas al Director de El País- cuando menos parcial. Según él la mano invisible de Adam Smith no tiene nada que ver con las prácticas de los robaperas tipo Madoff, y todo se debe a una campaña de descalificación promovida por un contubernio de posmarxistas nostágicos y socialdemócratas. Supongo que el laissez faire, laissez passer que presuponía -ya en el siglo XVIII- un mercado sin nigún tipo de regulación y la aplicación de la ley de la oferta y la demanda en todos los ámbitos sociales tampoco tiene nada que ver con el liberalismo ni con la burguesía basada en sus principios. Y atribuir al liberalismo como exitosas experiencias las salidas de la crisis del 29 y de los años 70 puede, a las alturas que nos encontramos, tener una lectura mucho más crítica, de sendas huídas hacia delante con las cuales y con sus respectivas políticas de crecimiento económico ilimitado hemos llegado al límite práctico de los recursos de nuestro planeta. Ya no hay sitio por delante para nuevas huídas, han de establecerse nuevos y más racionales principios económicos y estructurales. Por donde usted propone ya pasamos, señor Lassalle. Y por eso estamos donde estamos.
Cartas (notas) prescindibles, reflexiones al hilo de lo que sucede (principalmente en España)....
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