Si la dirección del PP sigue manteniendo en su puesto de tesorero a Luis Bárcenas tras conocer los datos e imputaciones contenidos en el auto del juez Garzón -que incluso juristas del PP reconocen como bastante sólidos- cabe deducir que Rajoy está llevando al límite su conocida praxis en la resolución de problemas: no hacer nada.Y no es que yo sea especialmente crítico con esa forma de hacer. Hace tiempo, un cargo responsable en la Administración del Estado me dio gratuitamente una clase magistral respecto al tratamiento y gestión de los problemas desde un puesto directivo. Según él, el 80% de los problemas no lo son, se resuelven solos, por lo que no merece la pena hacer absolutamente nada con ellos, el tiempo se encarga. Del 20% restante, un 15% requieren para su solución derivarlos hacia quien efectivamente pueda resolverlos y el 5% requiere atención directa y personal. La función primordial que se espera de un coordinador, dirigente o ejecutivo, consiste, sobre todo, en clasificar los problemas en uno de esos tres tipos.
A Mariano Rajoy le puede estar fallando una de dos: o la clasificación (parece que este tema pertenece al tercer grupo), o su capacidad para resolverlo.
A Mariano Rajoy le puede estar fallando una de dos: o la clasificación (parece que este tema pertenece al tercer grupo), o su capacidad para resolverlo.
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