Felonía es palabra antigua -propia, por tanto, del viejoven presidente del PP, Pablo Casado- ubicada en el medievo y referida al régimen feudal, significando la ruptura del contrato existente entre un vasallo y su señor; así de rancio y antiguo se pone el líder de uno de los partidos de la derecha en este país cuando se trata de -supuestamente- defender la unidad de España, recurriendo a terminología en uso cuando este país aún ni lo era.
Más moderna es la alta traición, con la que el señor Casado parece querer establecer la sinonimia con felonía y que él achaca al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, en su actuación política respecto a Cataluña; es curioso que el presidente de un autodenominado partido constitucionalista, licenciado en Derecho y con un máster en Derecho Autonómico y Local, desconozca que la vigente Constitución española establece en su artículo 102 -hay otros, además del 155- que la responsabilidad criminal del Presidente y los
demás miembros del Gobierno será exigible, en su caso, ante la Sala de
lo Penal del Tribunal Supremo y que si la acusación fuere por traición o por cualquier
delito contra la seguridad del Estado en el ejercicio de sus funciones,
sólo podrá ser planteada por iniciativa de la cuarta parte de los
miembros del Congreso, y con la aprobación de la mayoría absoluta del
mismo, o la legislación vigente al respecto, acusando públicamente al presidente del Gobierno de incurrir en los delitos contemplados en los artículos 581 al 588 del vigente Código Penal, como alguien ya ha señalado; no sé si el señor Casado conocerá que todos los delitos de alta traición contemplados en los artículos citados están referidos a actuaciones delictivas contra la paz o la independencia del Estado y relativos a la Defensa Nacional respecto a potencias extranjeras; ¿a qué potencia extranjera a inducido el presidente del gobierno a declarar la guerra a España?, ¿a qué potencia extranjera, asociación u organización a nivel internacional ha procurado, falseado, inutilizado o revelado información clasificada como reservada o secreta, susceptible de perjudicar la seguridad nacional? y, finalmente, ¿es Cataluña una potencia extranjera?
Felón sería, en todo caso, quien mostrara tal falta de lealtad en su falta de respeto a la legalidad, la verdad y la realidad. Y lo tiene muy cerca (vamos, que habita en él).
Y en manos de tales líderes políticos, con esa peligrosa (por la escasez de recursos críticos de muchos de los destinatarios de tales mensajes incendiarios, a los que se convoca para manifestarse) desmesura y una evidente ignorancia de las leyes que dicen defender, tenemos encomendados los destinos del país.
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