Ya digo que servilón no es palabra actual, pero no ocurre lo mismo con el concepto que describe y de esto no hay duda -si creyéramos que los medios nos hablan realmente del mundo en que vivimos- a la vista de la inconmensurable parafernalia mediática sin hartura -durante días- a cuenta del fallecimiento de la reina Isabel II; se ve que hay muchas más personas con cualidades y querencias de súbdito que con las de ciudadano. Que si esto es así para el fallecimiento de la reina nonagenaria de una monarquía extranjera, no quiero ni imaginarme la centrifugadora mediática de éste país a tope de revoluciones glosando las bondades de nuestra monarquía borbónica (aquí unos apuntes, para que vayan ensayando, que luego las prisas pillan siempre descolocados a los becarios; tengo cierta curiosidad por ver el relato post-mortem de los hechos atribuíbles a Juan Carlos I, aunque sospecho como será a la vista de que hoy continúa portando la dignidad de emérito). Y no digamos del aparato político de la nunca suficientemente ponderada Transición del 78, comenzando por los partidos teóricamente republicanos (sólo para la lírica, naturalmente).
Cartas (notas) prescindibles, reflexiones al hilo de lo que sucede (principalmente en España)....
domingo, 11 de septiembre de 2022
Estos servilones
Servilón no es palabra de uso común actualmente; me la encontré a poco de comenzar la La Fontana de Oro, la primera novela de Benito Pérez Galdós (1870); ya entonces -y desde medio siglo antes- significaba lo mismo que hoy significa, según nos informa la RAE: Partidario de la monarquía absoluta a principios del siglo XIX, es decir, servilones eran todos aquellos a los que se les atribuía el grito ¡vivan las caenas!, a partir de la restauración absolutista de Fernando VII en España (1823) tras un breve trienio constitucional por el pronunciamiento del liberal Riego en 1820; en realidad el grito-ovación servilón completo era: ¡que vivan las caenas y muera la Nación!, para que no quedaran dudas (Nación tenía significado político para los liberales -los liberales de entonces- en cuanto que consideraban que en ella residía la principal y legítima soberanía del Estado).
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