Yendo un paso más allá en la lógica por la cual la Iglesia católica nos cobra unos euros por visitar las catedrales y otros monumentos religiosos en España -con independencia de que hayamos marcado o no la X de la Iglesia católica en la declaración de la renta, (beneficiándola con un plus sobre el dinero que ya percibe del Estado, es decir, de todos) y de que seamos o no católicos- el cura de San Carlos del Valle (Ciudad Real) a negado (por tercera vez, como San Pedro a Jesucristo) la comunión a una mujer que había dejado de dar donativos a la Iglesia; al parecer la mujer decidió hace dos años, cuando falleció su hermano,
destinar a dos ONG's el dinero que entregaba, periódicamente, a la parroquia. Los vecinos, que parece que ya habían denunciado al correspondiente Obispado la actitud de Miguel Palomar para con Ramona María del Pilar Álvarez, en solidaridad con ella, han amenazado con no ir a misa el domingo. Que, bien mirado, es lo que a nivel global deberían comenzar a hacer todos los católicos practicantes españoles si la Iglesia católica persiste en su intención de continuar gozando de privilegios y exenciones medievales en su obligada contibución al erario público, ignorando, para empezar, uno de los mandatos de Jesucristo: Pagad pues a César lo que es de César, y a Dios, lo que es de Dios (Mateo 22:21); que parece que, en una fusión eclesiástica de las Escrituras con la universal Ley del Embudo, ha quedado así: Pagad a la Iglesia, que ella ya decidirá lo que es de Dios y lo que es de César. Y César, callado. O asintiendo desde el Tribunal Constitucional.
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