Todos los dirigentes políticos se sienten en la obligación de emitir un
mesaje de fin de año a sus representados; ignoro la verdadera razón
aunque no creo ir muy descaminado si supongo que piensan que estos
gestos les favorecen de cara a la ciudadanía: gestos a falta -o a
cambio- de lo que nos hurtan a diario. Así, oigo al presidente de la
Comunidad de Madrid - el español que ha explicado más veces y más claramente su patrimonio, según Esperanza Aguirre- hablar de los "esfuerzos de los madrileños"; el
señor Mas, pues más de lo mismo respecto a lo catalanes, y en mayor o
menor medida todos los dirigentes de las Comunidades autónomas abundan
en los esfuerzos de los "suyos". Y ante esta dosis de fraternidad
regional sobrevenida no sé si caemos en la cuenta de la falacia que esto
representa; en mi caso -y que cada uno mire el suyo- es más que
evidente que madrileños lo hay de muchos tipos y que mi casuística está
mucho más cerca de un jubilado andaluz o aragonés que la de de un
Gerando Díaz Ferrán, Rodrigo Rato, o Plácido Domingo por citar algún
madrileño conocido. Por favor, señores dirigentes, les sugiero que nos
ahorren este empacho fraternal añadido a los generales de buenismo
propios de estas fechas. Aunque para otros empachos no haya con qué, ni
estén los tiempos para derroches.
Cartas (notas) prescindibles, reflexiones al hilo de lo que sucede (principalmente en España)....
martes, 31 de diciembre de 2013
sábado, 14 de diciembre de 2013
Que se examinen también los políticos
Propone Alfonso Alonso -no el portavoz del PP en el Congreso, quien supongo que tiene suficiente ocupación como don Tancredo
multitarea, sino Alfonso Alonso Barcón, en la sección de Cartas
al Director de El País- a propósito de la idea de la directora general de tráfico de examinar a todos los conductores para revalidar el permiso de
conducir, que lo mismo podría hacerse con médicos, ingenieros,
arquitectos y electricistas. Yo le sugeriría al señor Alonso Barcón que no dé ideas; seguro que al señor Montoro ya le
bailan los ojos en las órbitas calculando las tasas de examen
multiplicadas por todos los profesionales afectados. Y si fuera el caso,
¿por qué no examinar a todos los cargos políticos?; los políticos ejerciendo un cargo público son de los
pocos -los únicos, creo- que pueden hacerlo sin ningún título ni examen de capacitación. Y que, por si esto fuera poco, fijan su propio salario y otros privilegios tales como cobrar la pensión máxima con siete años cotizados, ¿cuales son sus extraordinarios méritos o capacidades? ¿quien los contrastó y los avaló?
Flexiseguridad
Sara de la Rica en su artículo el 11 de Diciembre en El País, La reforma laboral
necesita mejorar, menciona un paradigma al parecer muy socorrido
últimamente en lo relativo al mercado del trabajo: la flexiseguridad.
Resulta que la flexiseguridad pretende resolver el antiguo contencioso
-que data de los inicios del capitalismo o, incluso, de los comienzos del hombre como ser social- entre trabajadores y empresarios, entre
poseídos y poseedores. Según la flexiseguridad -ya me está poniendo
nervioso que el corrector ortográfico me subraye permanentemente la
palabra- es posible conseguir simultáneamente la flexibilidad en las
relaciones laborales y a la vez que los trabajadores se encuentren seguros y
protegidos por políticas activas y pasivas de empleo, aspecto éste
último que De la Rica encuentra a faltar en la última reforma laboral
impuesta por el PP. ¿Y no será que la flexiseguridad es un imposible,
una entelequia, un oxímoron?. ¿Creía quien inventó el concepto
-seguramente pariente o amigo cercano del inventor de la tercera vía-
que había resuelto el problema que lleva incordiando al hombre tanto
tiempo?. Y otra pregunta -todas retóricas, naturalmente- ¿no será que la
reforma laboral actual no es que necesite mejorar, sino que lo que se
necesita es otra reforma laboral?
miércoles, 11 de diciembre de 2013
Un ventrículo
El expresidente del Sevilla, Jose María del Nido, leía su despedida como
presidente de ese club, por lo que cabe suponer que no se equivocaba
cuando dijo "quiero pedir disculpas por haber sido condenado como
presidente del Sevilla". No las pedía por haber delinquido al haber
ideado una trama para apropiarse de dinero público en el Ayuntamiento de
Marbella, si no por haber sido condenado por ello: aquí es lo peor, no el
delinquir, si no ser un torpe y que te pillen. Y añadió "siempre me
consideré inocente, me equivoqué. Si hubiera sabido antes que el Supremo
ratificaría mi condena habría dimitido mucho antes". ¿Debemos entender que se
equivocaba al considerarse inocente o al creer que finalmente el
Tribunal Supremo ratificaría su condena?. Acabó su comunicado informando de la
pérdida de un cuarto de su corazón (un ventrículo, para ser más exacto)
debido a la pena de dejar el puesto de presidente del Sevilla. Pues que no se
preocupe, al igual que a los protagonistas de Casablanca siempre les
quedaría París, al señor del Nido siempre le quedarán sus convicciones
morales.