Aunque cada vez con más fecuencia me falla la memoria, sin embargo, recuerdo claramente a la presidenta de la Comunidad de Madrid en su intento de convencernos -exultante- de las modernas maravillas del neoliberalismo que permitirían que los madrileños tuviéramos hospitales y autopistas gratis ya que las empresas privadas los construirían -haciéndose cargo de los costes de construcción- y gestionarían pensando en el suculento bocado previsto. Dicho y hecho: con rapidez inusitada -seguramente gracias a los métodos neoliberales, mucho más eficientes- se duplicaron muchas de las autovías de las salidas radiales de Madrid. Bien es verdad que desde el principio los evaluadores del "negocio" sospecharon que no era tal, pero ahora, en plena crisis, parece que lo tienen definitivamente claro: no hay negocio si no más bien un desastre financiero. Algunas de las compañías -privadas, naturalmente- ya llevan algún tiempo disfrutando de ventajosos créditos -públicos, naturalmente- de los que algunas de ellas no pagan ni los intereses aduciendo que con el tráfico real de sus autopistas - bastante inferior al previsto- no tienen ni para cubrir costes de mantenimiento. La situación es tal, que tras "descubrirse" un agujero de 3.8000 millones de euros, el director general de Accesos de Madrid, ha manifestado que "tiene poco arreglo; solo lo puede arreglar el Gobierno". ¿Qué, no creen ahora ustedes ahora, antiguos descreídos, en las bondades del neoliberalismo, un sistema que permite que los madrileños disfrutemos gratis de hospitales y autopistas?. Bueno, quien dice gratis, dice pagando -entre todos- alguna que otra pequeña desviación en las previsiones. Y los usuarios de las autopistas, además, el peaje.
Cartas (notas) prescindibles, reflexiones al hilo de lo que sucede (principalmente en España)....
lunes, 25 de junio de 2012
domingo, 17 de junio de 2012
De Quevedo
Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir, frase atribuída a Quevedo, puede aplicarse con precisión a muchas de los programas de partidos políticos y es especialmente adecuada al comportamiento del PP en las últimas elecciones generales. Se nos anunció que no sólo el simple advenimiento al poder del PP infundiría confianza en los todopoderosos mercados, si no que el propio Mariano Rajoy prometió, personalmente, devolver la felicidad a los españoles. Hoy, con los parámetros macroeconómicos en permanente deterioro, y con todas las previsiones y pespectivas sin vislumbrar salidas a la situación, recientes encuestas demuestran, por el contrario, que dos tercios de los españoles desaprueban la gestión de un gobierno que dá la sensación permanente de que la presente crisis económica le viene muy grande. Y lo peor, todo ello acompañado de una osada prepotencia producto, seguramente, de una incapacidad gubernamental generalizada y que sería motivo de rechifla, si no fuera que antes nos está haciendo caer vertiginosamente en un profundo descrédito como país. La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió, es también frase de Quevedo que, como hombre político, algo sabía del tema, remachada por esta otra (también atribuída a Baltasar Gracián): Todos los que parecen estúpidos los son, y también la mitad de los que no lo parecen. Y, menos mal, que la mayoría de los miembros del gobierno pertenecen al primer grupo, y así no cabe la duda. Mentira, soberbia y estupidez, sólo tres, pero tan dañinas como los cuatro jinetes del Apocalipsis.
lunes, 11 de junio de 2012
De Arniches
El propio Mariano Rajoy dudó de la conveniencia de decirlo justo antes de decirlo, pero al fin lo dijo: "soy yo el que ha presionao". Y es que, menudo es él cuando se pone. Esto, y que ir al fútbol -sacrificando el poder ver cómodamente también la final de Roland Garros disputada entre Nadal y Djokovic en televisión- en realidad era para él una obligación de Estado. ¿Que porqué no se tomaron -o nos tomaron- antes estas medidas ecónómicas si son tan buenas?: al señor Mariano Rajoy también le gustaría saberlo. Los españoles no sabemos lo que tenemos: un personaje de los sainetes de Arniches redivivo.
jueves, 7 de junio de 2012
España y los españoles
Al parecer el hoy ministro de Hacienda, el señor Montoro, acompañó su postura y la del PP contra los recortes del gobierno Zapatero en 2010 con un “que caiga España que ya la levantaremos nosotros”. El patriotismo de conveniencia tiene una larga tradición histórica en la derecha de este país y suele basarse en disociar a España de los españoles, como si no fueran lo mismo; algo así como todo por España, pero sin españoles. Franco, al comienzo de la guerra civil, manifestó que salvaría a España aunque fuera a costa de eliminar de entre los vivos a la mitad de los españoles; de la misma forma hoy el gobierno del PP declara que los recortes -amputaciones, más bien- en sanidad, por ejemplo, están dirigidos a salvaguardar y hacer viable el Sistema Nacional de Salud. Por el camino que nos llevan, España va a quedar como el torso viviente del soldado Johnny en la película de Dalton Trumbo, "Johnny cogió su fusil". Y no creo que nadie -ni siquiera el señor Montoro- sea capaz de levantarla en tales condiciones.